España
Transparencia asimétrica
Bienvenida sea la tan anunciada Ley de Transparencia. Hasta ahora en España ha funcionado una transparencia asimétrica consistente en que la inmensa mayoría de los ciudadanos que viven de sus nóminas éramos observados no ya con lupa, sino con microscopio, mientras que quienes manejaban los dineros públicos, los de nuestros impuestos, gozaban de una inexplicable e inexplicada manga ancha. Si la nueva ley sirve para evitar los abusos que parecen haber eclosionado todos a la vez al calor de la crisis, que se ponga en marcha su aplicación lo antes posible. Éste es uno de los grandes retos que le quedan por poner en práctica al Gobierno Rajoy, que se encamina hacia la mitad de la legislatura con muchos deberes hechos, pero con otros tantos o más por hacer. Lo más importante es adelgazar la elefantiásica Administración pública, que ha crecido sin control convirtiendo las autonomías consagradas en nuestra Constitución en verdaderos reinos de taifas con demasiadas zonas de sombra que escapaban al control de quienes deberían haber estado atentos para evitar que cada gobierno autónomo hiciera de su capa un sayo. Sólo si los ciudadanos ven que se entra en serio, sin trampas, en el buen gobierno de la cosa pública, podrán asumir los sacrificios que han recaído, casi en exclusiva, sobre sus castigadas espaldas. Ya que parece que de momento las subvenciones a los sindicatos van a seguir figurando en los Presupuestos, por lo menos que el uso que se haga de ellas se someta a una vigilancia sin fisuras. Por lo menos con tanta intensidad como se reclama para la Monarquía, a la que los demagogos de guardia, que como los tontos nunca descansan, llevan reclamando desde la famosa cacería de elefantes. Esos demagogos son los que practican la ley del embudo, y serían felices si se mantuviera por muchos años la transparencia asimétrica.
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