Carlos Rodríguez Braun

Traspié populista

La Razón
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Los malos resultados de Podemos en Cataluña son un tropiezo, quizá sólo un tropiezo. Su error no estribó en su populismo, dado que las demás fuerzas no carecían de análogas intoxicaciones, e incluso llevaban el delirio antiliberal más allá de Podemos. El error fue marginar la cuestión central. Como tituló «El País»: «Podemos intenta que su campaña en Cataluña no trate el soberanismo». El señor Errejón dio la pista al declarar que era posible un «pacto de todas las fuerzas contra los recortes».

Como esta demagogia es compartida en el arco político catalán, parece que el tropezón de Podemos se debió a su indefinición en unos comicios polarizados, pero esto no sucederá así en las generales. Allí valdrá el populismo, que en palabras de Pablo Iglesias propicia «una Europa de los derechos sociales, de la prosperidad, que ponga freno al mayor enemigo de la continuidad política del proyecto europeo, que son los recortes».

El énfasis en lo colectivo no falla en Podemos, igual que en la casta. Cada vez que hablan de derechos, siempre añaden que no son derechos individuales sino sociales.

Todo derecho «social» quebranta algún derecho personal. Si mi derecho a la vivienda es un derecho social, significa que yo tengo derecho a tener una vivienda y a no pagarla. Pero la vivienda ha de ser construida, quienes la construyan habrán de cobrar, y el dinero saldrá de bolsillos ajenos. Mi vivienda «social» significa que el poder la obliga a usted, señora, a que me la pague.

Pablo Iglesias asegura que esos derechos sociales europeos significan «prosperidad», lo que es falso, porque son derechos de suma cero: quitarle a usted su dinero para que yo tenga mi vivienda. Esa redistribución no puede ser causa de prosperidad –más bien sería al revés–.

Después nos enteramos de qué cosa es para los populistas «el proyecto europeo». Como era de esperar, en ningún caso se trata de los proyectos que cada ciudadano europeo pueda abrigar o anhelar con su propio esfuerzo. Nada de eso. Eso representaría una comunidad de europeos libres, y nada puede estar más lejos del ánimo de Podemos. Por tanto, el proyecto europeo estriba para Pablo Iglesias, como para tantos otros, no en la libertad sino en la coacción. No es el proyecto de los europeos sino de los políticos europeos. Y para Pablo Iglesias ese proyecto se basa en el gasto público. De ahí que proclame que su mayor enemigo son los «recortes».

Es incuestionable que cuando los populistas aluden a los malvados recortes, otra vez, no se refieren a los impuestos que recortan su cartera, señora, sino a los recortes del gasto público, recortes que abominan. Ellos quieren más gasto público, ése es su proyecto europeo. Como el gasto público al final lo paga la mayoría de los ciudadanos (es mentira eso de que lo pagan o podrían pagarlo exclusivamente los ricos), y como los populistas rechazan recortar ese gasto, su proyecto europeo se basa en recortar derechos.