Julián García Candau
Trece años y un día
No hubo indulto. El Atlético, condenado a trece años y un día. El partido, que no tuvo apenas fútbol, que ofreció más querellas que emociones futbolísticas, se sustanció con un error de Arda, que tocó el balón con la mano y posibilitó que Cristiano, tantas veces fallón en los libres directos, convirtiera la jugada en el gol que comenzó a inclinar la victoria hacia su equipo. Özil sentenció y aquí paz y después gloria. El presunto dominador de la temporada no fue capaz de mostrar ninguna de las cualidades que se le habían ponderado. Mourinho acabó con brindis al sol al conceder el debú en Primera a José Rodríguez. La paz ha vuelto al Santiago Bernabéu.
Hace medio siglo, Pedro Ferrándiz salía a la cancha del Magariños antes que su equipo para que «La Demencia» le gritara lo de «Pizarrín, el enano saltarín» con el fin de que los chavales estudiantiles se desgañitaran y perdieran voz contra los jugadores. Perico salía a la cancha cuando estaban los graderíos repletos. «Mou» anunció que cuarenta minutos antes pisaría el césped para comprobar si tiene más partidarios que detractores. A esa hora solamente había cuatro gatos y tres de ellos, ultras.
Simeone anunció entrenamiento matinal en el Calderón, que fue convocar a la masa para que el ambiente contagiara a los suyos. Más de 20.000 se dieron cita. Los dos entrenadores echaron mano de sus tácticas populistas antes que de la táctica. Los jugadores, sin embargo, jugaron contagiados por las ideas pendencieras de sus entrenadores. No se vio fútbol.
Posdata. Undiano Mallenco se ha tornado consentidor.
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