Toni Bolaño

Trilero ramblero

El president de la Generalitat llegó ayer al Parlament sabiendo que no era un buen día. Caían chuzos de punta. El director general de los Mossos está en la picota. Manuel Prat tiene motivos de sobras para presentar la dimisión. Lo sucedido en el Raval –por dos veces– es la guinda a las pelotas de goma, aunque las exigencias de ERC en este tema han pasado del ultimátum –brabucón de la diputada Gemma Calvet–, al ya me contarás qué hacemos en abril. El jefe de la policía tiene muchos más motivos para dimitir de los que tuvo Rafael Olmos, el que fuera director con el conseller Saura, para hacerlo. Olmos dimitió para preservar la honorabilidad de los Mossos ante el acoso mediático y político encabezado por CiU. Las exigencias de entonces ahora son excusas.

Los farmacéuticos se han rebelado. Están que trinan porque la Generalitat es lo que se llama un moroso. No paga. Hartos, bajarán persianas para protestar contra el Govern de los mejores. Para colmo, los presupuestos presentados como la brújula que nos marcará un futuro mejor y feliz, no cuelan. Seguirán los recortes, menguarán las prestaciones y nos venderemos hasta el collar de la abuela.

Con este panorama, Artur Mas, cual Toro Sentado, puso en solfa su particular cortina de humo. «La consulta se hará porque hay marcos legales», aunque no se tenga el beneplácito del Estado. Satisfecho con lo dicho, cruzó los dedos para que la sesión de control acabara «prontito» no fuera ser que ERC se mosqueara y desempolvara el libro de reclamaciones. En su particular día de la marmota, Mas volvió a ejercer de trilero ramblero. Habrá consulta aunque no sepamos ni siquiera la pregunta. ¡Y lo que nos queda!