Alfonso Merlos

Truco saduceo

La Razón
La RazónLa Razón

Al margen del conocimiento o la ignorancia que puedan acreditar los diputados del ala izquierda de las Cortes en materia evangélica o de historia de las religiones, la maniobra torticera que están intentando propulsar tiene un nombre: trampa saducea. O sea, nos encontramos ante una forma de interrogar capciosa con un ánimo indisimulado: comprometer a un partido en el poder cuyas acciones, sean cuales sean, serán malinterpretadas o consideradas inconvenientes. Ésa es la jugada.

Y lo peor es que se les ve a cien leguas de distancia. Cuando la semana pasada se ponía bajo flashes chirriantemente luminosos la incomparecencia de Morenés para explicar la reunión con sus socios de la OTAN, la operación propagandística quedó milimétricamente trazada: España tiene un Gobierno fuera de control. Ése es el eslogan a partir del cual triturar (al menos desgastar) a Rajoy y su gabinete. Qué más dan las leyes, reglamentos o usos y costumbres... Estamos ante el desarrollo y ejecución del plan. Es el bombardeo a base de comparecencias a todos cuantos ministros se pueda poner en la picota para que se refieran a los hechos que el PSOE y sus aliados parlamentarios consideran de máximo e insoslayable interés general. Por supuesto, independientemente de que la respuesta o información sobre los mismos se ajuste a las competencias de un Gobierno en funciones. ¡Qué más da!

¿Cuál es la clave entonces? Gota a gota, petición a petición, generar la impresión de que los ganadores de las elecciones no han aprendido, que siguen dando la espalda a la ciudadanía, que no demuestran el más mínimo interés en regenerarse, que no tienen ni idea de lo que significa repudiar la corrupción, que sus negativas suponen un insulto al principio democrático de transparencia o rendición de cuentas. A veces cuando una mentira se repite sin tregua y con tozuda obcecación corre el riesgo de pasar por una verdad. No parece que vaya a ser el caso. A pesar de que las huestes de Sánchez, Iglesias y compañía estén en plena tentativa de resucitar, dos mil años después, el taimado espíritu acusador de los saduceos