Alfonso Ussía

¿U?..

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Mas ha sido humillantemente derrotado. El independentismo, no. De cualquier manera, aquí no sirven las sumas simples. CIU no puede gobernar con la Izquierda Republicana por dos motivos. El primero, porque se muerden entre ellos. El segundo, porque nadie sabe lo que va a hacer Unión Democrática de Cataluña después del rapapolvos al socio principal. CIU está compuesto por un 75% de C y un 25% de U. Duran Lleida ha nadado entre dos aguas durante la campaña electoral, pero su carita en el balcón del Hotel Majestic lo decía todo. A Mas le van a crecer los enanos en su propio partido, y no voy con ironías ni segundas intenciones. Convergencia representa a la rancia derecha catalanista, y la Izquierda Republicana al catalanismo marxista, por no escribir que leninista. Esa boda no tiene ni el primer polvete. Mas pidió el voto prestado para alcanzar la mayoría absoluta, y la respuesta ha sido apabullantemente negativa. En mi opinión, Mas ha sido despedido y muy pronto pedirá la liquidación para irse a casa. No creo que Oriol Pujol piense en la herencia. Me refiero a la herencia política, no a la económica que le dejarán sus padres cuando Dios lo disponga. El enigma está en U, pero el dirigente de U no gusta a la mayoría de los militantes de C, y dudo mucho en que confíen a Duran Lleida el futuro de la coalición, si es que la coalición permanece. Estas elecciones no buscaban sumas y análisis. Se convocaron con el solo objetivo de que CIU alcanzara la mayoría absoluta. De ahí que el calificativo de fracaso sea ajustado y medido. Ahora habrá que encontrar al hombre que sepa administrar el más que notable apoyo que la derecha catalanista tiene. No podrá pertenecer al clan de los Pujol, y menos aún al de Mas y compañía -el mismo clan, por otra parte-, de tal modo que habrá que buscarlo en los aledaños del Poder, que son más poderosos en ocasiones que el Poder mismo. Y creo que he encontrado al hombre y al nombre. Al hombre, al nombre y al título. El conde de Godó.

Godó, que se lo ha encontrado todo hecho en la vida sin tener que dar un palo al agua, puede pasar a la Historia como el primer Grande de España que lleva a Cataluña a su ruptura con España. La labor que, a tal efecto, ha desarrollado su periódico «La Vanguardia», puede calificarse de excepcional. Tiene, además, su torneo de tenis, que aporta a su biografía una trascendencia deportiva internacional muy a tener en cuenta. Adolfo Suárez instituyó un campeonato de mus en Cebreros, Felipe González un certamen de bonsáis en los jardines de La Moncloa, José María Aznar un torneo de dominó en Quintanilla de Onésimo, y Zapatero juega a los chinos divinamente. Ahí Godó los apabulla. Y además es conde. Su abuelo recibió el título de Alfonso XIII. Franco trató con enorme cariño a su padre, que le devolvió lealtades y cortesías. Y el Rey, le concedió la gracia de la Grandeza de España, creyendo que la merecía. Con ese ropaje exterior de conde del reino y Grande de España, Godó ha puesto todo su poder de «La Vanguardia», que en Cataluña es casi omnímodo, al servicio del independentismo. Y ese sacrificio, Cataluña lo tiene que premiar. Otra cosa es que la Diputación de la Grandeza y los Títulos del Reino le recrimine públicamente su deslealtad, pero no es de esperar semejante muestra de coherencia. El único problema de Godó es su falta de atractivo cuando se expresa en público. Un primer Presidente del Estado Independiente de Cataluña está obligado, entre otras cosas, a hablar bien y hacerlo correctamente en catalán, ese idioma que despreciaban sus antepasados porque sólo lo dominaba la clase baja. Pero hay tiempo para que lo aprenda. Despúes de lo de Mas, mucho tiempo. Descartada U y Duran Lleida, Godó es el hombre. Hoy me he levantado brillante.