César Lumbreras

Un acto de fe

Que la economía anda mejor que hace un año, cuando Rajoy cerraba el curso político anterior, es algo innegable. Ahí están para demostrarlo la bajada del paro y de la prima de riesgo, por un lado, y la subida del PIB, por otro. Que esa mejoría se ha trasladado algo a las economías familiares también es evidente, porque estamos gastando más y el consumo se ha recuperado. Sin embargo, es necesario que esa sensación llegue más al ciudadano de a pie y a la sufrida y amplia clase media. Dicen desde el Gobierno que eso se notará en los próximos meses y que a ello contribuirá la reforma fiscal aprobada ayer, porque dejará más dinero en manos de los contribuyentes –vía IRPF– y de las pequeñas y medianas empresa –vía descenso del Impuesto de Sociedades–. Sin embargo, eso es algo que está por ver. Para creer en ello hace falta realizar un acto de fe muy grande, a la vista de las críticas generalizadas que han cosechado los textos preparados por Montoro y también las diferentes valoraciones que han hecho los expertos. La pregunta es doble: una, ¿vamos a tener los españoles menos presión fiscal que hasta ahora?; dos, ¿la carga de los contribuyentes será menor que la existente a final de la «era Zapatero»? Rajoy y el PP se juegan mucho en este envite, porque, desde el punto de vista fiscal, han gobernado de espaldas a un núcleo importante de las capas que apoyaron al citado grupo político. Esos votantes, de clases medias sobre todo, necesitan notar en sus bolsillos que la mejoría ha llegado y que sus sacrificios han servido para algo. En caso contrario, el PP podría pasarlo muy mal en las próximas citas electorales.