Iñaki Zaragüeta
Un apoyo poco de fiar
Muy equivocados estaban los dirigentes de Convergència i Uniò, o mejor dicho de Junts pel Sí, si creían que con su apoyo para instalar a Carles Puigdemont en la Presidencia de la Generalitat catalana, la CUP les tendía un puente de plata excelentemente alfombrado para gestionar de forma cómoda la legislatura. El soporte para tan ansiada designación ya se realizó con la inhumación política de Artur Mas, como signo evidente de voracidad y radicalismo.
Ya se sabe. Una de las acepciones de «voraz» que muestra el diccionario de la RAE «que destruye y consume rápidamente», lo que lleva acompañada inevitablemente la insaciabilidad. Por tanto, Junts pel Sí debía conocer a qué se exponía y qué significaba confiarse a unas formaciones que, por definición, ni siquiera creen en las instituciones.
Puigdemont, Junqueras y sus socios se rindieron al primer órdago y marcaron un camino de capitulación a todos los envites que los anticapitalistas y antisistema les echen. Fue el de Mas –he de reconocer que con mucha razón– el primero, ahora es el rechazo a los presupuestos a no ser que se incluyan imposibles como la reinstauración de impuestos anulados por el Tribunal Constitucional o la recuperación del gravamen sobre depósitos bancarios, por citar tan sólo dos.
Tras comprobar lo que era y lo que es Cataluña, el bono basura a su deuda, el deterioro der los servicios y demás problemas agrandados desde que sus políticos entraron en el disparatado camino hacia el separatismo, hacia ninguna parte, muchos catalanes y la mayoría de españoles nos preguntamos por qué una sociedad hasta ahora siempre en vanguardia no reflexiona y vuelve a la senda de la racionalidad, del desarrollo. Así es la vida.
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