César Vidal

Un círculo potente alrededor de Hitler

Que Hitler fue responsable directo del exterminio de millones de judíos es un hecho innegable y conocido. Menos se sabe de los judíos, especialmente de ascendencia mezclada, que abrazaron con entusiasmo el nacional-socialismo. Hans Sander era en 1935 Sturmführer de las SA, miembro del partido nazi y receptor de la Medalla de oro del partido. Acabó recibiendo del propio Hitler un Deutschblüutigkeitserklärung –certificado de sangre alemana limpia– que le permitió no sólo ser considerado ario sino servir incluso en el ejército alemán como oficial. El certificado, expedido el 30 de julio de 1935 con la firma de Hitler, señalaba: «Apruebo su petición en lo que a usted respecta personalmente en consideración a su larga pertenencia al partido y su servicio digno de mención a nuestro movimiento. No existe razón por la que no debería usted permanecer en el partido o en las SA y retener su puesto de mando». No menos de 150.000 judíos sirvieron a las órdenes de Hitler. Éstos, de acuerdo con las leyes nazis, llegaron a alcanzar incluso puestos de mando de relevancia. Por ejemplo, Ernst Bloch y Felix Bürkner fueron coroneles; Helmut Wilberg, general de la Luftwaffe, y los hermanos Johannes y Karl Zukertort, generales. El número de oficiales y suboficiales fue mucho mayor e incluyó al futuro canciller alemán Helmut Schmidt que era un cuarto de judío y que llegó a teniente de primera. Una orden de 8 de abril de 1940 eximió de servir en el ejército a todos los medio judíos, pero muchos de ellos lograron su readmisión en las unidades de combate e incluso obtuvieron condecoraciones al valor. El teniente judío Paul-Ludwig Hirschfeld recibió la medalla por heridas de guerra y la cruz de servicio militar con espadas; el capitán judío Edgar Jacoby, tres condecoraciones incluida la medalla por heridas de guerra; el medio judío Ernst Bloch, cinco medallas incluida la cruz de hierro de primera clase. Incluso el medio judío Werner Goldberg, fue presentado en una fotografía de propaganda del III Reich como «El soldado alemán ideal». Tampoco faltaron los casos de judíos a los que se otorgó la plena ciudadanía aria por su cercanía con algún soldado alemán como fue la esposa medio judía del general Gotthard Heinrici.