Francisco Marhuenda

Un conflicto innecesario

La Razón
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Los nacionalistas han conseguido crear en los últimos años un estado de agitación que ha provocado una importante fractura en la sociedad catalana. No hay nada peor que los conversos, como Artur Mas, para destrozar la convivencia y generar problemas artificiales que sólo buscan esconder sus propias miserias. Mas es un producto de una burguesía advenediza y acomodaticia con el poder. Son estos nuevos ricos creados al amparo de la generosidad del «pujolismo», que hablaban castellano en sus casas y ahora son fervorosos independentistas.

Me resulta más coherente Oriol Junqueras, que siempre ha sido independentista, que Mas, el hijo de Artur Mas Barnet, el amigo de Pujol que tenía una cuenta en Liechtenstein. Es un nacionalismo que surge del oportunismo. Su padre era otro patriota catalán que prefería tener el dinero bien guardado fuera de Cataluña. No me gusta que los hijos de una burguesía depredadora y advenediza me den lecciones. No me gusta, tampoco, que lleven a mi querida Cataluña a la confrontación por motivos estrictamente partidistas. Es cierto que siempre ha existido un porcentaje de independentistas, pero era pequeño hasta que Mas comenzó su personal fuga para conseguir que la corrupción de Convergència quedara en un segundo plano y que dejaran de abuchearle por los recortes y la mala gestión de su Gobierno. A partir de ese momento puso todos los recursos de la Generalitat al servicio de la causa independentista. Tras décadas en las que el nacionalismo se ha dedicado a promover el odio a España, las mentiras históricas y los agravios, Mas creyó que era la oportunidad para convertirse en el patriota que nunca fue. Con el aplauso de los corifeos del sistema pujolista, un conjunto de periodistas y columnistas que han convertido el independentismo en una profesión muy bien remunerada, se erigió en el mesías del soberanismo.

Desde la Transición se ha creado un entramado de asociaciones financiadas por la Generalitat y por los empresarios afines que se han dedicado a promover la ruptura con España. Todo ha sido utilizado para la confrontación. España era el enemigo externo perfecto para excitar los signos identitarios y esconder las carencias en la gestión. No hay nada mejor que apelar al victimismo para lograr réditos electorales. Los que no viven en Cataluña, no ven las televisiones, las radios y los periódicos controlados por la «verdad oficial» no pueden entender el alcance del aparato propagandístico al servicio de la ruptura y la confrontación.

La verdad es que confío mucho en el sentido común de mis conciudadanos y creo que la Cataluña real tiene una gran oportunidad de llenar las urnas de votos en favor de la convivencia y el progreso. Mas y la disparatada lista, que ni siquiera tiene el valor de encabezar, nos retrotraen a lo peor del catalanismo. A unos tiempos felizmente superados.