Iñaki Zaragüeta
Un «error infinito»
Me satisface ver cómo el Gobierno español hace frente a los abusos gibraltareños y no se amilana ante la amenaza del mismísimo secretario del Foreing Office. Dicho esto, me satisfaría más que Gran Bretaña, como país desarrollado, acatara y cumpliera las leyes internacionales, el Tratado de Utrech y los mandatos de la ONU.
Ayer el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, volvió a exponer en el Congreso la gestión del Ejecutivo español respecto a Gibraltar. Con firmeza por lo que se refiere a nuestros derechos y denunciando la lista de abusos –fiscalidad, violaciones medioambientales, contrabando...– protagonizados por el equipo de Picardo mediante los cuales han logrado «a nuestra costa» ser la cuarta economía mundial de «renta per cápita».
Hizo, además, otro gesto importante: tender la mano a todos los grupos parlamentarios para formar un frente común con el que presentarse a las negociaciones con Gran Bretaña. Sería paradójico que tuviera más dificultades con los políticos españoles que con los de la Pérfida Albión, cosa que tampoco sería de extrañar si analizamos el comportamiento del Gobierno socialista de Zapatero (¿por qué siempre está detrás de las secuelas devastadoras que padecemos?), abducido por Miguel Ángel Moratinos, al propiciar el foro tripartito aceptando a Gibraltar como un país interlocutor y colocándolo en igualdad a España y Reino Unido, un «error infinito», como lo calificó ayer Margallo y, ya se sabe, alguien dijo: «El error es un arma que acaba siempre por dispararse contra el que la emplea». Así ha sucedido.
Pero me da la impresión de que el ministro es más partidario de Confucio: «El hombre que ha cometido un error y no lo corrige, comete otro error mayor». Así es la vida.
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