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Una cacicada en el Tribunal Supremo

La Razón
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Nunca imagine que escribiría este artículo. Lo hago porque no puedo contener mi indignación ante lo sucedido y afecta, además, al presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, por el que sentía un gran respeto. Lo que ha sucedido con Margarita Robles es un escándalo, porque se le retira de forma arbitraria la condición de magistrada del Supremo por ir de número dos por Madrid en la lista del PSOE.

Lesmes ha impuesto que se le aplique una interpretación sobre su excedencia de la carrera judicial que es una grave discriminación y vulnera el principio de igualdad. Es tan insólito lo sucedido que no salgo de mi asombro. Esta venganza contra una magistrada a la que está enfrentada desde hace tiempo no está a la altura que cabe esperar del presidente del Supremo y del CGPJ.

Mi posición contraria al PSOE y las críticas que he lanzado contra su líder, Pedro Sánchez, me dan una incuestionable legitimidad para poner de manifiesto este despropósito que entrará en los anales de la Justicia. Conozco muy bien a Margarita Robles, es una magistrada de muy prestigiosa y una gran jurista, aunque en el terreno político no coincidimos y hemos discutido amigablemente en numerosas ocasiones. La respeto y admiro, por ello me duele que se le retire injustamente la condición de magistrada del Supremo que le corresponde.

Es una decisión que nadie sensato puede compartir y que abre un peligroso precedente sobre la utilización de las instituciones para satisfacer una venganza absurda. Es algo que no tiene recorrido, porque el propio Supremo o el Constitución resolverán en su día en favor de la magistrada. Lesmes abre un peligroso enfrentamiento con una parte de la magistratura, incluidos muchos jueces conservadores que no comparten la cacicada, así como con el PSOE.

Esta decisión marcará su mandato como presidente del Supremo y se ha ganado unos enemigos tan peligrosos como importantes. La propia división en la permanente del CGPJ, que se resolvió con el voto de Lesmes, pone de manifiesto la arbitrariedad de la decisión. ¿Necesitaba satisfacer esta absurda venganza? ¿Le vale la pena discriminar a una magistrada y ofenderla gravemente? ¿No le importa dividir la judicatura? ¿Y enfrentarse al PSOE? Esta revancha personal le pasará factura.