Lucas Haurie

Una de tiros

Una de tiros
Una de tiroslarazon

A un ciudadano que no falta una mañana en su despacho a las nueve desde hace tres lustros, fue ayer a buscarlo la Guardia Civil a su casa a las claritas del día para llevárselo esposado delante de sus cinco hijos... con el consiguiente (y evitable) sobrecoste, porque a los agentes habrá que pagarles horas extra por el madrugón. Después de su bien merecida baja, Mercedes Alaya quiso hacer una demostración de vigor con esta operación cinematográfica, de la rama Elliott Ness, pero le salió más bien una chapuza «garzoniana», con mucha pena de telediario y toneladas de angustia para algunos primos, otros que se pasaron de listos, ciertos comisionistas caraduras o simplemente coadyuvantes despistados, pero nula consecuencia real para quienes han saqueado el erario mediante la más fabulosa trama de corrupción en la historia de Europa Occidental. Al cabo, resulta que «Yo soy la justicia» es el título de una pésima película serie B protagonizada por Charles Bronson, que dispara antes de preguntar con un estilo macho y paupérrimo en matices tan parecido al que adopta a veces esta rotunda magistrada. Casi nadie lleva bien el tránsito de juez a estrella y es del todo imposible que nadie conserve el equilibrio mental tras la yuxtaposición del guión, porque el concepto juez-estrella es tan peligroso como indica ese cóctel a base de poder (juez) y avidez de protagonismo (estrella). El maestro José María García solía zanjar ciertos dilemas morales que en ocasiones padece el periodista con una insuperada sentencia: «Si mi amigo mata a una vieja, algo habrá hecho la vieja».