José María Marco

Una oportunidad única

Una de las pocas exposiciones realizadas en nuestro país sobre la Monarquía como institución –no sobre la historia de la Monarquía– la «comisarió», como parece que se dice, quien esto firma. Se celebró en el Senado, en el año 2000. Intentaba explicar el origen y la evolución de la Cámara Alta y su relación con la Monarquía constitucional, primero, y luego parlamentaria. No debimos hacerlo del todo mal porque el éxito fue grande. Los Reyes no pudieron asistir a la inauguración oficial a causa de un crimen de la ETA, el asesinato de Ernest Lluch. Acudieron luego, con menos aparato. Resultó fascinante porque tuve la ocasión de hablar durante largo rato con Sus Majestades de la institución y de la implicación de la Familia Real en la construcción de la España moderna. Muchas personas se quedarían sorprendidas al conocer la precisión de los conocimientos y la curiosidad que nos puso a prueba a todos, incluida a la entonces Presidenta del Senado, Esperanza Aguirre.

La etapa que se abre ahora, con el principio del reinado de Don Felipe VI y la presencia de Don Juan Carlos, abre una oportunidad única para hacer lo que no se ha hecho –y se nota– en todos estos años. Tenemos la oportunidad de volver la mirada sobre el reinado de Don Juan Carlos y, al tiempo, poner en perspectiva actual todo lo ocurrido en estos 39 años. Explicarlo, darle sentido y sugerir la relación entre lo que ocurra a partir de aquí con el inmenso trabajo realizado en estos años. Explicar una historia que sigue viva y que forma parte de nuestra realidad de españoles.

Los temas no faltarán. Está la institución en sí, pero también algunos de los grandes cambios ocurridos en estos años: el mundo del trabajo y de la empresa, el Estado de bienestar, la proyección internacional, los derechos y las libertades... Se trataría de visualizar el increíble cambio que hemos conocido en cuatro décadas, y explicárselo a sus protagonistas y a las siguientes generaciones. Se trata también de establecer marcos amplios de interpretación que hagan inteligible la vida en común y comprensible el lazo que une la vida de cada uno de nosotros con las instituciones. Sería una labor de patriotismo, que no debería excluir la crítica, porque el patriotismo no se funda en el amor a un país que no existe sino al nuestro, aquel en el que vivimos. La iniciativa le correspondería al Gobierno central, con proyección nacional. La oportunidad es inmejorable y lamentaremos haberla dejado pasar.