Política

Francisco Marhuenda

Una votación sin ninguna sorpresa

Una votación sin ninguna sorpresa
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El trámite se superó, como estaba previsto, sin ninguna sorpresa y el Congreso de los Diputados aprobó la pintoresca ley orgánica de abdicación consagrando un sistema que rompe el automatismo del que tiene que gozar un procedimiento de estas características. No imagino en el resto de monarquías un debate similar. No creo que a Isabel II, si algún día abdica, le organicen un debate en las cámaras de los Comunes y de los Lores. Y menos aún que alguien pida un referéndum. Lo mismo sucede con el emperador de Japón, representante de una dinastía milenaria, donde tampoco se dedican a estas excentricidades. La ventaja de contar con una amplia mayoría se ha reflejado en el resultado de una votación que ha contado con el apoyo del 85 por ciento de los diputados. Con ironía, cabe suponer que el otro 15 por ciento eran monárquicos exaltados y legitimistas que querían que Don Juan Carlos continuara hasta el fin de sus días. La abstención es menos comprensible que el rechazo, porque es quedarse en tierra de nadie. Lo razonable, incluso para los independentistas, era votar a favor porque lo que se debatía ayer no era el modelo de Estado sino un cambio en el titular de la Corona. Los que propugnaban un referéndum, manifiestamente inconstitucional, deberían asumir los procedimientos de la Constitución de 1978 para introducir cualquier reforma. No hay que olvidar que algunos de ellos han sido fervorosos comunistas que aceptaban una ideología profundamente antidemocrática que consagró alguno de los regímenes más sanguinarios del siglo XX. Me sorprende que no quieran la Monarquía cuando son tan afectos a la «monarquía» de los Castro en la dictadura cubana. Debo suponer que la única objeción es que no somos un régimen autoritario comunista. El PSOE ha dado un ejemplo de coherencia y sensatez que debemos felicitar, a la vez que reconocer el papel decisivo que ha tenido Rubalcaba. El secretario general socialista dijo hace unos días que los españoles enterramos muy bien a los muertos, algo en lo que coincido, pero en este caso es el reconocimiento de un comportamiento institucional impecable. Es lo que hacen los socialistas en monarquías como Gran Bretaña, Holanda, Suecia, Noruega o Dinamarca, porque el marco constitucional siempre se tiene que respetar. Otra cuestión distinta es que alguien quiera cambiarlo, pero se tiene que hacer respetando las normas. Lo único interesante es que sirvió para reconocer la extraordinaria y ejemplar labor de Don Juan Carlos.