Julián García Candau

Valió una misa

Valió una misa
Valió una misalarazon

Enrique III de Navarra y IV de Francia dijo que «París bien vale una misa». Pronunció frase tan histórica cuando abjuró del calvinismo y se pasó al catolicismo para poder ceñirse la corona francesa. Vicente del Bosque no pronunció en las vísperas ninguna sentencia para recordar. En él cabía esperar si se mantenía en su idea o profesaba otra, es decir si se mantenía con el falso nueve o recurría a uno auténtico, como Villa. Abjuró de lo que ha sido su santo y seña al optar por un rematador. Y cuando retiró a éste alineó a Navas, petición de tantas gentes, que en los minutos en que jugó le creó grandes problemas a la zaga francesa.

El primero en disparar fue Xavi, pero marró la clamorosa ocasión. Tampoco acertó Ribery, solo ante Valdés. Con nueve auténtico, España no creó ocasiones en el área contraria para que éste diera constancia de presencia. El único disparo de Villa no encontró puerta. Volvieron a fallar las bandas. Arbeloa no dio un pase hacia delante; siempre retrasó el balón. Monreal no acompañó en ataque como lo hace Jordi Alba, pero defendió acertadamente y fue providencial en la jugada que dio lugar al gol de Pedro. Éste intentó la jugada por las bandas y llegó al remate por el centro sorprendiendo a la defensa. Kassai, árbitro húngaro, le birló a España el penalti que le hizo Lloris a Pedro. No pasará a la historia de nuestras desgracias porque se ganó.

España hizo su juego y los franceses apretaron en los minutos finales. Valdés acertadísimo; Iniesta, en maestro; Xavi y Xabi a su altura y Piqué, muy centrado, posibilitaron la victoria.