Irene Villa

Valor a la vida

Claro que impresiona, sobrecoge y abruma la afirmación «es un hijo, no un tumor». Pero dadas las circunstancias, no podemos dejar de lado el valor de la vida humana, y ésta pierde su significado con expresiones tan estremecedoras, pero tristemente también comunes, como: «Si me quedo embarazada no pasa nada, aborto y punto». Esto choca frontalmente con la preocupación que se tenía en mi época –no hace tanto– cuando existía verdadero pánico a un embarazo no deseado y tratábamos de estar informados acerca de la precaución y los medios. Nos tomábamos una situación tan determinante y definitiva de una forma mucho más seria. Hoy, hay una ligereza que asusta. Y un aumento de abortos que entristece, y no sólo por esas vidas truncadas, sino por el dolor que arrastrarán sus madres. Y todo por la banalización a la que asistimos. Esto significa una involución, pese a que muchos lo disfracen de progreso. Porque ¿qué tipo de progreso es tener que cargar para siempre con la responsabilidad de haber interrumpido una vida? Más aún cuando esa vida es la de tu propio hijo. Por supuesto, que cada mujer tiene sus circunstancias y no se trata de juzgarlas, sólo pido que, en lugar de recurrir al aborto, pongamos más empeño en la prevención del embarazo si aún no es el momento de dar vida. Y pido también que este sábado 22 de noviembre nos sumemos a esas 160 asociaciones de todo el mundo que participarán en la marcha por la vida, sin ningún otro interés que dar valor a lo que realmente importa.