Iñaki Zaragüeta
Vergüenza y escarnio
Continúa la vergüenza nacional y el escarnio para los españoles de bien con la excarcelación ayer de 14 etarras, entre ellos, Javier Martínez Izaguirre, que estaba en prisión por 13 asesinatos y que ayer abandonó el centro penitenciario de Jaén, como consecuencia de la derogación de la «doctrina Parot». Y seguirán más por culpa de una sentencia del Tribunal de Estrasburgo, cuyos miembros fueron inducidos por un juez español, López Guerra, a quien Zapatero destinó allí entre otras cosas para culminar este extravío en su aventura negociadora con la banda.
No acaba esta afrenta en ETA. Con ellos se benefician otra especie de asesinos que, además, pueden volver a cometer las atrocidades que les condujeron entre rejas. Desde tierras valencianas, sobrecogidos y enfurecidos sus habitantes, se está a la espera de la suelta de Miguel Ricart, uno de los asesinos de las tres niñas de Alcàsser, crímenes que sobrecogieron no sólo a esta comunidad sino a toda España. Junto al desaparecido Antonio Anglés, las golpearon con saña, las violaron con reiteración para después asesinarlas y enterrarlas en un monte. Éste y algunos de su calaña, como el «violador del ascensor», que lleva a su cargo el asesinato de dos niñas y multitud de violaciones, o Valentín Tejero, por el asesinato de una niña de 9 años, o uno de los «violadores del portal».
Con ser abominables estas liberaciones, lo es peor que los especialistas no den garantías, al contrario, de que no vuelvan a repetir sus siniestros actos. Si así sucediera –¡ojalá no!–, ¿quién será el responsable? No quiero pensarlo. Los ciudadanos de a pie, seguro que no. Nosotros somos inocentes y la inocencia nada tiene que temer. No todos podrán decir lo mismo. Así es la vida.
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