Julián García Candau
Villar, solidario
En el pasado mes de abril cumplí cincuenta años escribiendo crónicas sobre la Selección española que en 1963, natruralmente, no era «La Roja». Fue en el partido España-Escocia (2-6), en el que Dennis Law hizo uno de los grandes partidos de su brillante historial. Jugaba Guillot y por ello el encargo de mi periódico de Valencia. Cuento lo del medio siglo porque ello es garantía de que he conocido la Federación y sus dirigentes tanto en las cuestiones nacionales como en las internacionales. De cuantos presidentes he tratado, podría hacer definiciones a favor o en contra y ahora toca dedicar unos párrafos en favor de Ángel María Villar, de quien en más de una ocasión he discrepado.
En tiempos de tribulación Villar ha hecho mudanza. Ha cambiado el afán recaudador, que lo tiene con la Selección, por la generosidad con el deporte español que tantos años se ha servido del fútbol, especialmente de las golosas quinielas de otros tiempos. Villar ha vuelto a tomar la decisión de prescindir de las subvenciones del Consejo Superior de Deportes. Ha decidido renunciar otra vez a la parte alícuota que corresponde a su federación, para que de esta cantidad se puedan beneficiar otras que, por su carácter, más o menos minoritario, no tienen acceso a grandes patrocinios.
Los recortes han afectado al deporte en general y estamos viviendo casos en que algunos campeones optan por marcharse al extranjero para tener adecuada preparación. La economía del deporte no podía ser ajena a la general del país y de ahí que la decisión de Villar merezca aplausos. Su gesto solidario es insólito.
Posdata. ¡Iker, Iker! La polémica que no cesa.
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