Cristina López Schlichting

Visca Catalunya lliure

La Razón
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Cuando los de mi equipo de radio acudimos a hacer «Fin de Semana» a Cope Barcelona, el 9N, nos negamos a someternos a las presiones de la Generalitat, que pretendía que publicitásemos gratis el referéndum. La empresa asumió –como hicieron Onda Cero y Ser– el riesgo de apechar con las amenazas sobre nuestros postes y emisoras en Cataluña. Ese ambiente institucional agresivo no tuvo nada que ver con el del estudio. Los ciudadanos catalanes departieron puntos de vista diferentes, constitucionalistas o separatistas, según el caso, pero nunca chantajistas.

Ahora me temo que el independentismo está tomando derroteros agresivos con todos aquellos catalanes que no piensan de la manera ordenada por el poder. Se ha ordenado recabar los datos fiscales de todas las personas en Cataluña, de modo que tus opositores políticos pueden disponer de tu más íntima información. Se están confeccionando listas con los jueces, policías, maestros y funcionarios afectos al régimen. El poder lanza a las masas tuiteras contra los pocos valientes capaces de expresar su lealtad al sistema constitucional, como Dolores Ajenjo o Teresa Freixas, que confiesan que las están insultando bárbaramente. Ay de ti si te expresas públicamente como español. Olvídate de subvenciones, ascensos en la escala administrativa, promociones laborales y oposiciones. La opción es clara: o la marginalidad económica o el silencio.

Mientras tanto, apoyar al régimen asegura viento de cola y bolsillo lleno. Cientos de miles de personas viven del llamado procés. Políticos y altos funcionarios, por supuesto, pero también asesores, publicistas, periodistas, escritores y turiferarios de todo tipo. Jamás se ha editado tanta propaganda en Cataluña, tantos vídeos, folletos, banderas, posts, banners y demás matraca.

El dinero está corriendo a espuertas y a su calor, los interesados. Quienes lo duden pueden simplemente pinchar en «diplocat» en la red y sorprenderse con el intensísimo y caro movimiento de acciones y embajadas de la Generalitat. Hay tanta pasta en esto que no ha extrañado en absoluto saber por el ex juez Santiago Vidal que se han ocultado 400 millones de los presupuestos públicos para la secesión.

Hay quien se maravilla de que decenas de miles de personas se movilicen a las puertas de los juzgados de Barcelona en defensa de Artur Mas. Conviene, sin embargo, prestar atención a la edad de los convocados: mayores que acuden en autobuses fletados orgánicamente, que se colocan de acuerdo con señalizaciones marcadas en el suelo y a los que se rodea estratégicamente de cámaras y micrófonos, preparados con horas de antelación. Improvisación cero. Espontaneidad inexistente.

La enorme red de radio y televisiones de la Generalitat bombardea después a la audiencia con las imágenes hasta lograr el mismo éxtasis colectivo que se logró con los funerales de Franco. No en vano el régimen de entonces exigió a las empresas que liberasen a los trabajadores para que acudiesen a las exequias. Igual que ha hecho Mas. Menuda asfixia una sociedad cerrada sobre sí misma en un mundo global, un sistema político que aviva el cainismo. Visca Catalunya Lliure. Viva la Cataluña libre.