Iñaki Zaragüeta

Visita constitucional

Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar a las piedras. ¿Pensarían ya en el siglo XVII don Quijote y Miguel de Cervantes en los gestos que llegarían a protagonizar los miembros de la Corte de Artur Mas? No creo, aunque encajan perfectamente con aquella sabia máxima de Alonso Quijano. Si no, ¿cómo es posible que Francesc Homs, el vocero presidencial más independentista y republicano que pudiere existir, según se harta de proclamar para quien lo quisiere oír, vaya a rendir pleitesía a Su Majestad el Rey de España para presentar al nuevo delegado de Cataluña en Madrid? Un delegado, por cierto, que ocupará el puesto de Jordi Casas, persona de gran nivel intelectual, que se ha ido por discrepancia radical con la línea de Mas y de su preceptor Oriol Junqueras. Entonces, ¿qué sentido tiene predicar el antiespañolismo y la secesión para, a la vez, reconocer las instituciones españolas, que no son otras que las constitucionales?

Me satisfaría que este gesto proviniera de la reflexión, de que el presidente catalán y su partido CDC (Convergencia Democrática de Cataluña) hayan percibido lo errado de su deriva y la marcha hacia ninguna parte. Da igual que sea por las manos tendidas de Mariano Rajoy, unas manos a las que debería aferrarse para no caer en la nada, o por las amenazas de escisión de Unió Democrática de Cataluña y la correspondiente ruptura de la coalición que ello comportaría.

Mas, obligado a mayor responsabilidad que la ERC de Junqueras por mil razones, debería tener en cuenta en su complicada borrachera aquello de que no existe vía media entre la cumbre y el precipicio. Así es la vida.