Restringido
Vivir en una burbuja
Durante los últimos treinta años se instaló en el mundo académico la idea de que el crecimiento de la riqueza era indefinido. Se silenciaban y se tachaban de poco serias las voces que ponían en duda las teorías de la expansión permanente. Robert J. Shiller, la mayor autoridad del mundo económico en burbujas, denunciaba que la mera utilización de la palabra burbuja desencadenaba toda una operación de desprestigio.
Una burbuja inmobiliaria como la que hemos vivido consiste en la subida de precios de las viviendas muy por encima de las rentas de las familias. Las causas pueden ser de diversa índole, los procesos de especulación del suelo o la deficiente regulación del sistema, pero lo relevante ha sido su conexión con el exceso de crédito disponible en la economía. Esto ha sido crucial en el desarrollo de otra burbuja, la crediticia y la tremenda crisis financiera que hemos vivido.
El postkeynesiano Hyman Minsky diseccionó de manera precisa la anatomía de las crisis. Las fases son siempre las mismas: en primer término, la burbuja produce eufo-ria, posteriormente se transforma en algo imparable que arrolla, pero, al tiempo que arrasa con su andadura el camino, debilita y hace frágiles las estructuras financieras que un día fueron sólidas.
Finalmente las burbujas se desinflan, y cuando explotan cae estrepitosamente la demanda y los precios, las pérdidas de los inversores alcanzan niveles muy elevados. Es en ese momento, cuando los afectados empiezan a reconocer la situación de riesgo que suponía que los precios estaban muy por encima de las expectativas razonables.
Así es la economía y, en definitiva la vida. La política no es muy diferente, sufre crisis e incluso burbujas especulativas. En el 2008 UPyD obtuvo un único diputado; en el 2009, un europarlamentario; en las elecciones municipales de 2011 se convirtió en el cuarto partido de ámbito nacional consiguiendo 152 concejales y en la Asamblea de Madrid pasó de 0 a 8 diputados. Todo un éxito.
Unos meses después, el partido liderado por Rosa Díez arrancaba los titulares de los principales medios de comunicación al ser la tercera fuerza más votada en Madrid y lograr la mitad de sus votos entre la capital y la Comunidad Valenciana. Como Madrid siempre es la avanzadilla de lo que termina ocurriendo en el resto de España, UPyD parecía estar llamado a ser decisivo en la formación de futuros gobiernos. Sin embargo, estamos viendo en los últimos días un proceso de descomposición de UPyD. La hecatombe electoral en Andalucía ha sido el detonante, se fugan significados dirigentes de la organización, surgen fuertes discrepancias internas, su líder se siente traicionada por los suyos y las encuestas auguran una nueva debacle.
¿Qué le ha pasado al partido de Rosa Díez? ¿Qué ha cambiado tanto y en tan poco tiempo? Sin duda estamos ante una crisis producida por una burbuja que ha estallado. No es una burbuja financiera pero sí es especulativa.
Bajo la bandera de la lucha contra ETA, contra los nacionalistas periféricos y por la regeneración política nace UPyD. A quien preguntaba por su ubicación ideológica le respondían que ni de derechas, ni de izquierdas. No había un cuerpo ideológico detrás, pero no importaba, el ataque al bipartidismo era suficiente para hacer cotizar su precio en el mercado de votos.
Pero la causa de la caída de Rosa Díez, después de su auge, no es atribuible solo a sus contradicciones, por grandes que sean estas. Cuando detrás de las banderas más exhibidas no existe un poso ideológico claro, articulado políticamente y contrastado históricamente, con sus aciertos y sus errores, las burbujas se terminan pinchando más pronto que tarde.
Desde el año pasado se alerta de posibles nuevas burbujas financieras por la introducción en los mercados de nuevos productos que consisten en apuestas de derivados basados en los índices de otros derivados, es decir, nueva especulación tóxica. En agosto del 2014, la agencia financiera Bloomberg los denominó como «derivados que ayudaron a inflar la burbuja crediticia del 2007 que se han rehecho para una nueva generación».
Estamos viendo desde las elecciones europeas nuevos procesos de burbuja política especulativa. La Economía, como disciplina, debería aprender mucho de esta crisis que vamos superando, aunque de manera injustamente desigual, algunos políticos también deberían aprender.
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