Toni Bolaño
Voto a la gloria o al infierno
El tiempo se acaba y la casa está por barrer. Los partidos no descubren sus cartas, ni lo van a hacer, sobre cuáles son sus preferencias de pactos postelectorales porque, en esta contienda, la incógnita del resultado será algo así como la madre de todas las incógnitas. Decenas de diputados se van a pelear hasta el último momento y van a decantarse, a un lado u otro, por unos centenares de votos. Así, un partido puede quedar a dos puntos de su más inmediato seguidor pero en números absolutos, en diputados, la distancia puede ser de más de una decena. Por tanto, todos se refugian en posiciones etéreas que quieren decir una cosa y la contraria.
Pedro Sánchez se presenta como la única alternativa útil al Partido Popular. Lo cierto, es que lo está consiguiendo. Ciudadanos pierde fuelle. Los «naranjas» todavía están verdes para muchos electores. Podemos se encomienda a la agnóstica diosa remontada que hasta ahora le sonríe en las encuestas. Veremos cuál es la realidad. El PP gana, pero las miradas se centran en la magnitud de una victoria que puede ser interpretada como derrota.
Sánchez deshoja la margarita. Necesita, como mínimo, ser segundo para sisar el testigo a Rajoy si éste es incapaz de generar una mayoría parlamentaria. Si queda segundo necesita que haya tierra de por medio con el tercero para imponer condiciones. Mejor sería que el tercero fuera Ciudadanos y no Podemos. No son muchos en el PSOE a los que les haga tilín tener a Iglesias de compañero de cama. Con Rivera la cosa podría ir mejor. En Ciudadanos, hay muchos que no quieren al PP en su alcoba. ¿Gran coalición?, no se le pasa por la cabeza. Sánchez aspira a ganar y, tal y como está el patio, todo es posible. Un voto es lo que separa la gloria del infierno.
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