
«De Bellum luce»
Confidencias de un crítico venido a hooligan
Me voy dando vueltas a eso de que Pedro se ve ya de nuevo como el salvador de las empresas y del gasto social; que prepara un truco y trato para hacer como que cumple con sus compromisos militares
La semana pasada me comentaba un socialista del grupo de los no muy afines a la línea oficial de Pedro Sánchez, pero que sobrevive disfrazado de hooligan cerca del Gobierno, que le extraña que la oposición siga todavía sin haber interiorizado como axioma básico que Pedro [Sánchez] se mueve mejor en las crisis. De tal manera que cuanto más hostil resulta el terreno, y más se confía el adversario, pensando que ya le tiene cazado, más fácil le resulta salir a flote y hacer que se ahogue aquel que observaba desde la orilla cómo el presidente dejaba de hacer pie.
A su puerta «están llamando ya los bancos» para ofrecerle financiación para el plan de rearme europeo. Y las dificultades de Francia e Italia, con un menor crecimiento por porcentaje de PIB, le pueden servir de «sólidos bastones» para gestionar la negociación europea, comenta este interlocutor.
La oposición pone el grito en el cielo porque este Gobierno se haya saltado algunas líneas rojas imprescindibles, pero esta situación de una España atrapada entre la presión de la OTAN y EE UU «no tiene por qué ser la tumba política» de Sánchez ni tampoco significar el descarrilamiento de la Legislatura. Más bien, «lo contrario». «El presidente ha decidido hacer de muro contra la inversión militar, buscando subterfugios para que lo que entre en ese apartado suene bien a la opinión pública». Por eso, cuando se escuchan esos análisis tan cenizos sobre el futuro del presidente, «la prudencia» aconseja poner el freno de mano y recordar «los atributos» del personaje.
«Resiste a las críticas como nadie; desaloja a los que dejan de servirle como nadie; no tiene límites en su acción (o no tiene principios), y la economía va a seguir siendo su principal aliada en los próximos meses». Tras compartir esta reflexión, la conversación la concluye de manera categórica: esta crisis de los aranceles puede ser una nueva oportunidad para ganar tiempo y hasta espacio electoral.
En un bar cerca del Congreso, después de haber visto la comparecencia del presidente sobre sus primeras medidas contra los aranceles, en la despedida me llama la atención sobre la derecha. Y yo me voy dando vueltas a eso de que Pedro se ve ya de nuevo como el salvador de las empresas y del gasto social; que prepara un truco y trato para hacer como que cumple con sus compromisos militares; y que tirará por enésima vez de la vía ya ensayada con todos los partidos que le invistieron presidente, aquello de decirles una cosa y hacer otra distinta.
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