A pesar del...

Constructo, dislate, mujer

La usurpación del feminismo por parte de la izquierda ha terminado por desnaturalizar sus importantes componente liberales

Hemos pasado del caricaturesco bolero – «Una mujer debe ser/Soñadora coqueta y ardiente»– al desconcierto del debate a tres de RTVE, en el que nadie fue capaz de definir qué es una mujer. Con su habitual brillantez, Rebeca Argudo habló en LA RAZÓN de «una secuencia digna de una mala película de enredos: dar una respuesta u otra podría suponer molestar a un colectivo (el de las feministas clásicas) o a otro (el del transactivismo). Y, en la recta final de la campaña electoral, podría suponer jugarse unos buenos votos. O, quizá, es que verdaderamente son incapaces de definir lo que es una mujer».

La usurpación del feminismo por parte de la izquierda ha terminado por desnaturalizar sus importantes componente liberales, anulando la biología y confundiendo los sexos en un dislate político y sociológico. Theodore Dalrymple recordó en Law & Liberty cómo una revista científica recibió en 2017 un artículo titulado «El pene conceptual como un constructo social», que los autores, que pretendían ridiculizar dicha confusión, con argumentos tales como que dicho pene «es el eje impulsor conceptual de gran parte del cambio climático», lograron que fuera publicado. Ha habido otros ejemplos de intentos parecidos.

Todo esto, siendo ridículo, es también siniestro. Rebeca Argudo cita a la feminista Mimunt Hamido: «Diluir el concepto mujer diciendo que somos un constructo social, viene mejor a todo este progrerío woke que repite como un mantra que el sexo se asigna al nacer». Y añade Argudo: «Cuando una mentira tan obvia se repite mil veces y además desde las instituciones, la gente en la calle la compra como verdad absoluta. Lo están consiguiendo».

Lo ilustró la escritora Bibiana Collado Cabrera, a quien entrevistó Fernando Navarro en El País, subrayando con admiración que «tiene un discurso claro y certero para referirse a la desigualdad de clase». La pensadora, autora del libro Yeguas exhaustas, donde recuerda que las mujeres, como los demás seres humanos y constructos sociales, suelen llegar a casa agotadas después de trabajar, proclamó: «El gran éxito de nuestra sociedad capitalista es que se nos olvide la diferencia cuando sigue estando». Considerando que peroraba desde el periódico generalista de mayor difusión de España, y recordando que la corrección política, en ese medio y en muchos otros, machaca sin cesar sobre brechas y diferencias, yo diría que ese supuesto empeño de la sociedad capitalista o es un camelo o ha fracasado.