Y volvieron cantando
La Corona, clave de bóveda
La Monarquía encarnada hoy en la figura del rey Felipe VI viene a convertirse en el principal perjudicado de los dislates encaminados al fin último de mantener a Sánchez en la Moncloa
Enfilamos la recta final de un 2023 que, muy probablemente, va a pasar a la historia de nuestra democracia como el año en el que todo aquello que tiempo atrás se habría situado en el contexto de la política-ficción se ha convertido en pura realidad por obra y gracia de la sublimación de la matemática parlamentaria frente a la moralidad política y los propios valores constitucionales emanados desde hace décadas de una transición ejemplar. La nueva dinámica que pondrá a prueba la resistencia de los filamentos en nuestro estado de derecho tiene precisamente en la Jefatura del Estado a la máxima referencia, tanto por lo que supone de garantía para la supervivencia del llamado régimen del 78 (artículo 56.1 de la Carta Magna que recalca a la Corona y a Felipe VI como símbolo de la unidad y permanencia del Estado) como por su condición de primera pieza a batir por unos enemigos del actual estado de derecho, que inquietantemente llevan ya demasiado tiempo convertidos en primeros socios de un Partido Socialista al que el fin único de la permanencia en el poder le está costando, no solo la renuncia a muchas señas de su ADN, sino la asunción de las medias verdades dentro de la política de confrontación como primer elemento de una estrategia que, a la larga, puede ser letal para las siglas PSOE y, lo que es peor, de un efecto corrosivo con consecuencias imprevisibles para las futuras generaciones de españoles.
La clave de bóveda que para el Estado supone la Monarquía encarnada hoy en la figura del rey Felipe VI viene a convertirse en el principal perjudicado de los dislates encaminados al fin último de mantener a Sánchez en la Moncloa, desde la confirmada negociación de igual a igual con prófugos de la justicia, pasando por los intentos de anulación de la división de poderes y de la legitimidad democrática de la oposición política, hasta llegar al público desprecio institucional a la Corona por parte de quienes desde el separatismo se sirven del chantaje parlamentario a un gobierno maniatado. Las alusiones reiteradas del monarca en su reciente discurso navideño tanto a la figura de la Princesa de Asturias, heredera de la Corona, como a la delicada situación institucional por encima de la economía o el plano internacional fueron clarificadoras. La clave de bóveda del Estado está dispuesta a resistir.
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