Biblioteca Harley-Davidson

La criminalidad

Un número equis de crímenes (mayor o menor) quedan impunes al situarse fuera del radar de las denuncias y las investigaciones policiales

Este último fin de semana lo he dedicado a leer el Balance de Criminalidad en España del Ministerio del Interior. Sí, efectivamente; tal como ustedes sospechaban, en esas tareas extrañas y hasta cierto punto enfermizas desperdiciamos nuestro tiempo los bichos raros llamados columnistas.

Resulta llamativo en esa estadística comprobar la repetitiva insistencia del redactor ministerial en recordar que muchos de los aumentos de los índices se deben, no a que existan más delitos, sino a que hay más denuncias y por tanto se investiga un mayor número de ellos que antes pasaban desapercibidos.

O sea, que lo que está reconociendo implícitamente es que un número equis de crímenes (mayor o menor) quedan impunes al situarse fuera del radar de las denuncias y las investigaciones policiales. La infradenuncia se reconoce como clásica en tipos penales como tráfico de drogas o delitos contra la libertad sexual. Por tanto, en rigor, el informe más bien debería llamarse (aunque sonara peor) informe de impunidad que balance de criminalidad. Y, claro, si hiciéramos un informe detallado de la parte de impunidad que nos rodea, la pregunta es inevitable: ¿cómo afectan las figuras de indultos y amnistías númericamente a esas estadísticas? ¿se consideran como tales o se dejan cómodamente fuera de las cifras de impunidad?

El resultado es que, por un mecanismo u otro, en todos los casos aquel que se considera que ha delinquido (en el último supuesto incluso con un veredicto inequívoco al respecto de los jueces) no se ve obligado a arrostrar las consecuencias legales de sus actos. ¿Cuál sería la incidencia exacta entonces en esas estadísticas? ¿Desde el punto de vista moral merecen el mismo tratamiento? ¿Y técnicamente? Las preguntas tienen su miga. Por ahora, las dejaré aquí.

Aviso, eso sí, que el próximo fin de semana pienso dedicarlo a leerme el informe PISA. Si una simple estadística de criminalidad provoca ya tantas preguntas, no quiero ni soñar lo que puede salir de ahí.