
V de Viernes
Cumbres nada climáticas
Más eco-blanqueo que compromisos serios en el desfile de dirigentes de la COP30
Lula abrió la COP30 de Belém con un discurso apocalíptico sobre las catástrofes que se nos avecinan como consecuencia del cambio climático. Nada nuevo que no haya sucedido en las cumbres del clima que se han venido sucediendo en los últimos tiempos, en las que se exhibe mucho postureo político y green washing en general, y escasean las decisiones relevantes. Ni uno solo de los 45 indicadores climáticos marcados en estas reuniones está camino de alcanzar el objetivo de reducción de 1,5 °C para 2030. Los líderes reunidos en Brasil han hecho gala de la hipocresía que les caracteriza. Llegan en aviones privados mega contaminantes, utilizan lujosas berlinas para desplazarse, las delegaciones gastan y consumen sin parar, los precios de hoteles y restaurantes se ponen a la altura de Nueva York, y hasta
se talaron kilómetros de Amazonas para que los asistentes a la cumbre climática no tuvieran que dar un rodeo, si bien el mensaje de "salvemos la Amazonía” fue permanente en la reunión. Nada nuevo que no haya pasado en otras COPs, donde se mezclan las soflamas sobre la emergencia climática con acciones nada sostenibles de las delegaciones asistentes. Las dos anteriores se celebraron de hecho en países petroleros más que contaminantes. Dado que pagan los costes, se les permite un eco blanqueo que no se cree nadie, pero que a ellos les sirve. Eso sí, todos al unísono entonan la letanía del miedo al apocalipsis, algo constante desde que Al Gore empezara a aterrorizar a la humanidad anunciando cataclismos. Curioso que ahora se empiezan a oir discursos diferentes, aunque no en la COP30. Bill Gates, otrora en estrategia del diluvio, ha declarado estos días que “hay mucha exageración climática... El cambio climático no es el fin del planeta. El planeta va a estar bien, ningún país templado va a volverse inhabitable». Viraje en una estrategia que hay que recibir con aplausos, pese a que los líderes de Belem, Lula y Sánchez entre ellos, aún no se han enterado. La estrategia del miedo se agota cuando pasan los años y ves que las tragedias que vaticinó Al Gore no se produjeron en los años marcados. La tradición de imponer sin convencer se ha demostrado siempre una fórmula errada, a la larga. Le escuché recientemente esta teoría a la psicóloga Elke Weber, premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, que explicaba cómo en materia de lucha contra el cambio climático no hace falta asustar, sino ser más propositivos a la hora de convencer a la gente sobre los retos a los que nos enfrentamos. “Una narrativa positiva, en vez de hablar de la distopía y de lo horrible que va a ser todo (… ), en vez de hacer que las personas se sientan culpables, podemos ayudar también a que se sientan orgullosas de la solución”.
Para que se lo apunten los dirigentes mundiales que se han dedicado estos días a contaminar sin parar en la cumbre de Belem.
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