Mar en calma

Daño cerebral

Todos coinciden en que las tres primeras semanas son cruciales y deben abordarse de forma integral

Ayer fue el Día nacional del Daño Cerebral Adquirido y Adacca (Asociación gaditana de Daño Cerebral Adquirido de Cádiz) celebró su primer congreso desde la perspectiva de la familia.

Técnicos, profesionales sanitarios, pacientes y especialistas, compartieron aprendizajes que nos ayudan a comprender y avanzar tanto en la prevención como en los cuidados requeridos.

La idea fue facilitar el conocimiento necesario a la familia y a la sociedad para que puedan aceptar y mejorar su nueva vida: que conozcan qué es el daño cerebral y cuáles son los recursos de los que pueden disponer.

Y es que el número de ictus está aumentando alarmantemente y cada vez afecta a más personas y más jóvenes.

La buena noticia es que un cerebro puede seguir aprendiendo durante toda su vida. Esto es gracias a la neuroplasticidad. Las funciones perdidas por el daño cerebral pueden ser monitorizadas por otra parte del cerebro no dañada. Esto nos llena de esperanza y ayuda al equipo multidisciplinar a remar en la misma dirección.

Y es que todos coinciden en que las tres primeras semanas son cruciales y deben abordarse de forma integral.

Hay personas que detectan un ictus por un dolor de cabeza profundo diferente al habitual, adormecimiento de parte de la cara, problemas de movilidad, en los brazos y en las piernas, y también en el habla, al comunicarse. En estos casos hay que llamar rápidamente al 061. Es crucial actuar con prontitud y luchar con un objetivo: la reincorporación a la vida social y laboral. Rendirse no es una opción.

Elegimos nuestras emo­ciones, incluso en pleno desierto llamado pérdida, cáncer, accidente, enfermedad o cambio de cualquier tipo, porque nuestros sentimientos están íntimamente relacionados con los pensamientos que elegimos albergar.

La vida es amor y dolor, pérdidas y ganancias, pero las personas son insustituibles y dejan un vacío enorme.

Agradezcamos seguir aquí, como reza el lema de Adacca: ¡una vida salvada merece ser vivida!