Tribuna
La derrota no va a ser por KO
Si el PSOE de Pedro Sánchez se convierte en acicate de su izquierda no va a tener con quien Sumar. Pero esa es una opción que para nada desagrada como plato de consolación
Sánchez lo tiene crudo. La distancia con Alberto Núñez Feijóo es de tal magnitud que por mucho que obtenga un gran triunfo en Cataluña no le va a dar para ganar. Cuentan los trackings que manejan los socialistas que puede sacarle más de diez diputados de diferencia al PP en esa Comunidad. La segunda con más diputados. Tras Andalucía. Pero ni por esas.
Además, buena parte de esa diferencia se debería a su capacidad para erosionar el electorado de Junts, dar un mordisco al de ERC y un bocado enorme a los Comuns. El buen resultado del PSC sería a costa de un socavón a su izquierda, arruinando las expectativas electorales de todos aquellos grupos que son imprescindibles para una nueva investidura. Con lo que el socialismo se recuperaría, pero en su conjunto el bloque de la izquierda perdería escaños mientras el de la derecha aumentaría con claridad.
El PP aspira a disputar a ERC y Junts la segunda plaza en Cataluña. Y esa es una novedad muy significativa. O por lo menos está en condiciones de acercarse mucho a aquellos y superar con claridad a los Comuns. El acelerón del PP va a dar también al traste con las aspiraciones de VOX de mejorar notablemente su representación en Cataluña. Hoy de 2 diputados de 47. Los mismos que la CUP, con la diferencia que la CUP aspira, a lo máximo, a retener 1 de sus 2 diputados. E incluso podría resultar la principal damnificada quedándose sin representación tras una legislatura sin pena ni gloria.
En Cataluña funciona como en ningún otro lugar el «que viene la derecha». De hecho los mejores resultados del PSC siempre han sido tras recurrir al viejo truco del lobo. Parecía que el recurso totémico ya no daba para más. Pero esa receta se revela como imperecedera. Es imbatible. Agitando el espantajo de la derecha, el PSC no sólo moviliza a su electorado sino que saca tajada en campo ajeno.
El PSC además ha roto con algunos tabús. Como el de aprovecharse de los votos del PP, que pasaban por ser unos votos mancillados para la concienzuda gente de izquierdas. Eso sí es historia. Lo ha demostrado Collboni en Barcelona con el añadido de que no sólo no le va a pasar factura en estas elecciones. Es que se puede repetir la operación en la Diputación más poderosa y lucrativa, la de Barcelona. Sin más aspavientos.
Otro asunto es si ese tipo de alianzas van a hacer mella en el electorado de Comuns. Y es obvio que sí. Pero no en favor de ERC a corto plazo (partido con el que tienen frontera electoral) sino en favor del PSC que aspira a hacer residuales los Comuns a la medida de ICV. Fulminando así toda pretensión de la izquierda «transformadora» de disputar la hegemonía al PSC. Hay que dar por hecho que los Comuns no van a levantar cabeza de consolidarse el proceso de fagocitación por parte de los Socialistas. El precio a pagar es volver a ser la muleta del PSC. Si en el espacio independentista -aunque menguante- las espadas siguen en alto y los republicanos van a seguir en sus trece frente a los posconvergentes, Comuns va directo sin frenos al regazo del PSC.
Como probablemente ese es el camino del proyecto que lidera Yolanda Díaz, una izquierda domesticada por el PSOE y condenada a ser un complemento de un Socialismo que podría emular los resultados de 2019. Sólo que sin alianzas viables para una investidura.
Si el PSOE de Pedro Sánchez se convierte en acicate de su izquierda no va a tener con quien Sumar. Pero esa es una opción que para nada desagrada como plato de consolación. Vuelta al bipartidismo por la izquierda y con un espacio a su izquierda que no sólo se habrá achicado. También alicaído, sin pretensiones y dócil.
Aunque todo tiene su envés. En la medida que se debilita su flanco a la izquierda también se viene arriba lo que representa Felipe González. A buen seguro van a poner a Pedro Sánchez en la misma disyuntiva que en el año 2016. Abstenerse con el pretexto de anular el peso de VOX. Con una diferencia sustancial y es que en esta ocasión el bloque de la derecha difícilmente no va a sumar. Veremos como lidia con este asunto Pedro Sánchez que va a contar para este periodo con un grupo parlamentario tan a su medida como el proyecto de Yolanda Díaz. Nadie le va a soplar en el cogote.
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