Sin Perdón

La Diada de Judas Puigdemont

«La unidad del independentismo hace mucho tiempo que es una ficción, aunque tengan objetivos comunes»

La rendición de Puigdemont a cambio de la amnistía tiene como primera prueba de fuego la celebración de la Diada. La ANC ha pedido la reactivación unilateral de la independencia «al día siguiente» de que se aprueba la rendición del Estado de Derecho, que es el precio que paga Sánchez por seguir siendo presidente. Lo que no se dan cuenta los integrantes del movimiento independentista es que son meros peones. Al igual que sucede con los kleenex, son de usar y tirar. Han cumplido su función manteniendo viva la llama del retorno. Ahora se han convertido en un incordio, como le sucede a Sánchez con los «viejos socialistas», para el inquilino del chalé hortera de Waterloo. No tiene ningún glamur como casa de la imaginaria «república catalana» en el exilio. Ni encanto ni sofisticación. Es lo más parecido a un piso de estudiantes. El expresidente hace la compra en el supermercado y regresa con la típica bolsa como cualquier vecino. Como anda mal de dinero y añora a la familia, algo que entiendo, quiere regresar para vivir plácidamente a costa de los presupuestos públicos.

En cierta forma me dan pena mis amigos independentistas, me temo que debo tener incluso algún familiar, porque habían comprado el relato de la represión y el exilio. Lo de la ANC es hilarante, porque vive en una realidad paralela. Lo único que le interesa a Puigdemont es pasar las Fiestas Navideñas con su familia en Cataluña. Por otra parte, los partidos independentistas están divididos y enfrentados lo que los hace, afortunadamente, muy débiles. A Junqueras y los suyos les interesa poner punto final a la etapa del fugado para afrontar las autonómicas catalanas y pactar con el PSOE. La unidad del independentismo hace mucho tiempo que es una ficción, aunque tengan objetivos comunes. Por supuesto, les gustaría el referéndum y la independencia, pero es más rentable que España siga siendo una vaca a la que ordeñar. El camino pasa por ese disparate de la Convención de Urkullu, otro excelso jurista, y la plurinacionalidad que acabará con la igualdad de los españoles. Unos a pagar y otros a cobrar.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)