El canto del cuco
La difícil «pax catalana»
La exclusión de Puigdemont de la «Generalitat» dejaría a la intemperie al actual inquilino de La Moncloa
Bien se puede aplicar al panorama político catalán tras los comicios del domingo aquella reflexión de Konrad Adenauer: «Vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tenemos el mismo horizonte». También advirtió el gran canciller alemán: «En la política hay adversarios y correligionarios: estos últimos son los más peligrosos». Hoy el horizonte de Salvador Illa en Cataluña se parece poco al de su correligionario Pedro Sánchez en Madrid. La exaltación de uno supone la inestabilidad o caída del otro. El sueño del tripartito, de funesto recuerdo, está poblado de monstruos. La exclusión de Puigdemont de la «Generalitat» dejaría a la intemperie al actual inquilino de La Moncloa. Y es de suponer que, después de la debacle, los de ERC abandonarán las mesas de diálogo y dejarán de dar facilidades a Sánchez. Ya brillan dentro las navajas cabriteras. El horizonte de Feijóo, tras el triunfo moral del PP en Cataluña de la mano de Alejandro Fernández, es la inminente cita europea, el gran plebiscito nacional sobre el sanchismo y su futuro.
Hay coincidencia, al analizar lo que pasó el domingo en el Principado, en que los separatistas han sufrido una caída histórica, que Pedro Sánchez se atribuye con discutible fundamento. Lo cierto es que, después del fracaso del proceso independentista, con la aplicación del 155 de la Constitución y el encarcelamiento o la fuga de sus cabecillas, hay un cansancio en Cataluña, un deseo de superar tanta inestabilidad y sufrimiento. La amnistía y demás medidas de gracia han contribuido, sin duda, a bajar allí la tensión. Todo lo contrario que en el resto de España, donde la amnistía produce irritación y prevalece la idea de que, más que la «pax catalana», lo que se pretende con tantas concesiones es la permanencia del líder socialista en el poder. Y ahora mismo, cuando la suerte de Cataluña se decide en los altos despachos de Madrid, se piensa que si para seguir en La Moncloa Sánchez tiene que sacrificar a Illa, lo hará. Veremos.
Las elecciones del domingo dejan otras notas interesantes. La caída del separatismo no equivale al descenso del nacionalismo en Cataluña, si se tiene en cuenta que en el triunfante PSC confluye una caudalosa corriente de ese nacionalismo, dudosamente constitucionalista, que ha sido una de las claves de su éxito. La otra observación de estos comicios ha sido la inclinación del electorado catalán a la derecha, en correspondencia con la fuerte corriente conservadora que recorre Europa y que anuncia impetuosamente un cambio de ciclo político en España. El mito del progresismo –«somos más»– de Sánchez y de Tezanos se desvanece.
✕
Accede a tu cuenta para comentar