Tribuna
Dignidad
Su reacción ante el ataque que pudo durar 30 minutos, fue un auténtico acto de valor, de heroísmo, llevando el compañerismo a su mayor grado
En tiempos en que la dignidad, este valor personal y moral que entraña responsabilidad, seriedad y respeto hacia los demás, parece haber desaparecido de nuestra vida política, recurro al testimonio de unos soldados, que supieron hacer de ella fundamento de sus vidas.
Recordamos con emoción estos días, el atentado que hace veinte años segó la vida a siete miembros del CNI en una carretera de Irak, la ruta Jackson, a su paso por Al Lafitiya. Era la única carretera viable aquel 29 de noviembre de 2003, entre Bagdad y Diwaniya y Nayaf, las dos bases en las que desplegaba el contingente español en cumplimiento de las Resoluciones 1472 y 1511 de Naciones Unidas. Les habían precedido en el sacrificio el 19 de agosto el Capitán de Navío Martín- Oar, colaborador principal del embajador Miguel Benzo, y el también miembro del CNI, José Antonio Bernal, el 9 de octubre, ambos en Bagdad. Recordamos que Sadam no había sido aún detenido; quedaban células vivas de su régimen.
Dirá hoy un compañero de los caídos (1) «Fué el día más duro y triste de la historia de este Centro. Provocó una enorme conmoción no solo en los Servicios de Inteligencia, sino en nuestras Fuerzas Armadas y en toda la sociedad española. Su reacción ante el ataque que pudo durar 30 minutos, fue un auténtico acto de valor, de heroísmo, llevando el compañerismo a su mayor grado, reflejado en lo que nos enseñan en las academias militares: no abandonar nunca al compañero herido en el campo de batalla hasta perecer todos, algo que nuestros héroes en Irak tenían muy interiorizado y lo llevaron a la práctica».
«Sólo el orgullo por su heroica muerte, supera el dolor de su pérdida», reza el pie de una foto suya en la sede del CNI.
Por supuesto, recuerdo emocionado aquellos días. Cinco de ellos procedían del Ejército de Tierra, del que era Jefe de Estado Mayor. Las Fuerzas Armadas fueron siempre generosas con los servicios de inteligencia proporcionando sus mejores hombres. Estos días realizaban el relevo –cuatro por cuatro– en apoyo directo a nuestra Brigada Plus Ultra. El general Cardona, su mando, reconoció que «había perdido los ojos de la Unidad». Los miembros del CNI no solo proporcionaban información, sino que además eran elementos clave para contactar con las autoridades, especialmente las religiosas, de enorme influencia en Nayaf. Sé bien lo que representan. Lo viví en Francia –Ricardo– en los años de plomo contra ETA; los reencontré en Nicaragua –Beatriz– desmovilizando la «Contra»; en El Salvador –Juan– en pleno proceso de paz; en Colombia –Miguel– en los múltiples intentos de buscar la paz; o en La Habana –Antonio– cerrando acuerdos con las FARC. Luego en Bosnia, en Afganistán...
Doy por segura hoy su presencia con los mismos riesgos, en el Sahel, en Ucrania o en la misma Gaza.
Una serie de Movistar Plus –«Los 8 de Irak»– distribuida en cuatro episodios y realizada «como merecido tributo a aquellos agentes» se presentó en octubre del año pasado, reproducida acertadamente estos días. Si tuviese que resumir en una palabra el magnífico trabajo dirigido por Fátima Lianes diría: digna. Todos los primeros planos, las intervenciones de compañeros, testigos y responsables entonces del CNI –Jorge Dezcallar al frente– contienen altas cotas de dignidad. Todo el protagonismo se cede a unos servidores, fieles a un compromiso que un día juraron ante nuestra Bandera, «derramando hasta la última gota de su sangre», como así lo hicieron. El mismo Dezcallar en recientes declaraciones, añadía al heroísmo de estos hombres, el de sus esposas a las que cita con su nombre: Virtudes, Charo, María, Isabel, Buche, Paz, Judith y Carmen. Recuerda a Ana, madre de Carlos Baró que ya conoció el zarpazo asesino de ETA. Dirá: «ni una queja, ni una recriminación; jamás he visto más dignidad en la desgracia que en estas mujeres que asumían que sus maridos murieron como héroes al servicio de la misión que les había encomendado España y que voluntariamente habían aceptado».
No es momento de empañar este recuerdo con las circunstancias políticas que rodearon aquel atentado, especialmente esgrimidas por IU y ciertos sectores del PSOE y gestionada con mejorable valentía por el gobierno del PP, temeroso de reconocer sin fisuras un acto heroico realizado por militares en zona de guerra. Pero eran tiempos del «no», la foto de las Azores y las falsas armas de destrucción masiva.
Dignos nuestros Reyes Juan Carlos y Sofía, haciéndose acompañar por el Príncipe Felipe; dignas nuestras autoridades e instituciones en un funeral de Estado, teñido desgraciadamente por los referidos temores.
Obligado estoy de recordarles en merecido homenaje:
–Comandante de Caballería Alberto Martínez (2);
–Comandantes de Infantería Carlos Baró, José Merino y José Carlos Rodríguez;
–Brigadas de Caballería José Lucas Egea y de Infantería Alfonso Vega;
–Sargento Primero del Ejército del Aire Luis Ignacio Zanón.
(1). Recogido por Adolfo Garrido en «El Debate»
(2). Verdadero líder del grupo. Tres años de permanencia en Irak. Procedente de la escala de Suboficiales, ingresó en la AGM de Zaragoza. Número uno de su Promoción.
Luis Alejandre Sinteses general (R).
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