Las correcciones
Dog Trump y las otras X del caso Epstein
En Reino Unido existe la impresión de que los únicos culpables que han caído (por ahora) son británicos
Desde los inicios de su carrera política, Donald Trump, ha presumido de tener a los seguidores más fieles que cualquier cargo pudiera desear. Famosa es su frase de 2016 en la que dijo que podría pararse en la Quinta Avenida, disparar a gente y no perder votos. Ciertamente su base electoral ha ido aumentando desde entonces y, eso a pesar de los cuatro procesos judiciales a los que se enfrentó durante las presidenciales. Me pregunto si conseguirá también sobreponerse a las reverberaciones del caso Epstein. Los tres correos publicados por el Partido Demócrata apuntan a que el presidente de Estados Unidos era conocedor de los abusos del financiero pedófilo y han aumentado la presión sobre la Casa Blanca para que se publiquen todos los documentos del archivo tal y como prometió en campaña. En uno de estos emails Epstein afirma que una víctima –identificada posteriormente como Virginia Giuffre– «pasó varias horas» con Trump en su residencia del Upper East Side en Nueva York. Y escribe: «Quiero que te des cuenta de que ese perro que no ha ladrado es Trump…». El revuelo causado por estos mensajes hizo que congresistas republicanos publicasen un lote de 23.000 documentos en el que aparecían otros nombres.
Los republicanos se defienden diciendo que estos papeles han estado en manos de Biden y que si hubiera información comprometida contra el presidente estadounidense, la hubieran utilizado en la campaña. Los demócratas, sin embargo, siembran las sospechas tras la negativa de Trump de cumplir con su promesa electoral. No son los únicos. Una parte de los votantes y de los legisladores republicanos también se pregunta por qué el presidente ha perdido el interés por la transparencia.
En Reino Unido existe la impresión de que los únicos culpables que están cayendo, de momento, son los británicos. La socialité Ghislaine Maxwell está en una cárcel de Texas y Andrés Mountbatten-Windsor ha perdido sus títulos, su tratamiento de Alteza Real y pronto será desterrado del Royal Lodge, la mansión de 30 habitaciones en Windsor (aunque se irá con su cocinero y su jardinero al Castillo de Sandringham, propiedad privada de Carlos III). El laborista Peter Mandelson tuvo que abandonar abruptamente su puesto como embajador en Washington por su amistad con Epstein.
¿Qué pasa con los americanos? En la casa del financiero en Nueva York, abundan sus fotos enmarcadas con personalidades como Bill Clinton, Fidel Castro o Elon Musk. Sabemos que el expresidente demócrata viajó hasta en casi 300 ocasiones en el «Lolita Express», el avión privado del delincuente sexual, y que estuvo en su isla en el Caribe, Little Saint James, apodada por Trump como «la isla de las putas». En su vivienda de siete pisos del Upper East Side también hay un billete firmado y enmarcado por Bill Gates. Su exmujer, Melinda Gates, dijo en el pasado que la relación con Epstein fue lo que terminó con su matrimonio. En contra del maniqueísmo al que estamos acostumbrados en estos tiempos de polarización, el caso Epstein no es de derechas o de izquierdas. Es un caso de abuso de poder por parte de una élite corrupta que participó o miró para otro lado mientras explotaban a mujeres, muchas menores de edad, a una escala industrial.