Tribuna

La economía española va bien; nuestro bolsillo, mal

Necesitamos políticas que acompasen esa recaudación récord con medidas que alivien la actual carga descomunal de impuestos sobre las rentas del trabajo y fomenten la productividad

La economía española va bien; nuestro bolsillo, mal
La economía española va bien; nuestro bolsillo, malRaúl

El eje de la defensa de la gestión de Pedro Sánchez es la buena marcha de la economía española. Su talón de Aquiles, la corrupción, ya judicializada, de familiares, ministros y colaboradores. Sobre esa cuerda tensionada va postureando el presidente de forma oportunista, y a veces hábil, con la agenda internacional del día: sea Ucrania; sea Gaza… En la que parece competir en ocasiones por el premio Nobel de la Paz con Trump.

Pero si acercamos la lupa a esas cifras macroeconómicas que son su mejor baza, veremos que desafían la mediocridad europea, junto a las de economías que también fueron PIIGS (Portugal, Irlanda, Italia y Grecia), gracias a los sacrificios de la austeridad, en España pagados en votos por Mariano Rajoy. También observaremos fisuras en ellas que acabarán, por mucho que se esmere el CIS, por reflejarse en las encuestas. Esas fisuras también explican el hundimiento de la familia podemita y el ascenso de la extrema derecha española y catalana.

Y es que esos porcentajes españoles de lucimiento en crecimiento de PIB; empleo; aumento de la recaudación impositiva y reducción del déficit… No se traducen, en cambio, en un incremento salarial o en prestaciones sociales para todos que las convierta en percepción mayoritaria de aumento del bienestar. Y la desconexión entre prosperidad oficial y precariedad en la calle es más acentuada en la brecha generacional y en la mayoría social que sí se beneficiaron de anteriores prosperidades.

El aumento de la inmigración que permite el del turismo y la construcción –siempre relacionados– genera la impresión en las clases medias y bajas (las altas no compiten por sueldos y habitaciones de camarero o paleta) de que tal vez haya una fiesta en España, pero ellos no están invitados. Y, encima, cada vez pagan más impuestos para mantenerla. Veamos cómo:

Los salarios reales españoles siguen siendo inferiores a los de países, como Italia o Irlanda, economías que no son superiores en otros aspectos. Y algo han subido en términos nominales por efecto de la inflación, que en el IPC fue del 2,8%; pero han disminuido en términos reales; porque, aunque los sueldos crecieron de media un 7,4% en el sector privado y un 5,8%, en el público, lo que de verdad ha aumentado es la recaudación del IRPF en un… ¡43 %!

Y es que la mayoría de los españoles somos asalariados que pagamos ahora esas cifras tan bonitas con más impuestos por los mismos, o incluso peores, servicios. La inmigración, ya entre las más altas en porcentaje a la población total de la UE, ha tensado la Seguridad Social; la educación y la Sanidad públicas. Y ha convertido en inasequible para millones de españoles el acceso a un derecho esencial como es la vivienda. Solo ha beneficiado, en cambio, a quienes abusan de la demanda disparada de un piso digno y del trabajo de los inmigrantes, de bajo valor añadido, a bajo coste mientras externalizan para todos nosotros el de dar alojamiento, sanidad, pensiones y educación a sus familiares.

Aumentaron los precios desde la postpandemia y aumentó así la recaudación del IVA, que hoy también es de récord, un 10,1% respecto al año pasado, y se suprimieron las bonificaciones de la pandemia en electricidad y otros productos. Autónomos y pymes son los mayores paganos de este aumento de la presión fiscal al tiempo que Hacienda mejora, y es de agradecer, sus instrumentos de control, pero solo los grandes pueden mejorar a su vez los de elusión para pagar menos.

Solo hay un capítulo en el que Sánchez se ha asegurado 9,3 millones de votos o por lo menos los ha intentado comprar y es en el de los pensionistas. Las pensiones han aumentado un 7%, lo que ha contribuido también a ese récord de recaudación de nuestra Hacienda gracias a que el incremento del tipo efectivo que pagan los ciudadanos a Hacienda de media subió hasta el 15,5 %.

Muchas abuelas cobran hoy más de pensión que sus nietos –esto ya pasaba hace años–; pero es que ahora cobran también más que sus hijos. No sabemos si así Sánchez se asegurará nuevas mayorías, pero solo aseguraría el bienestar de todos si también los hijos y nietos vieran mejorar sus sueldos. Y España, su productividad.

Necesitamos políticas que acompasen esa recaudación récord con medidas que alivien la actual carga descomunal de impuestos sobre las rentas del trabajo y fomenten la productividad. Y si lo dudan, esperen a que nos vuelva a tocar, por ejemplo, un par de malas temporadas turísticas.

Mientras tanto, ese desfase entre las cifras macro de relumbrón y la imposibilidad para millones de veinte, treinta y cuarentañeros de encontrar, por ejemplo, la vivienda que mis padres y abuelos se podían permitir seguirá alimentando el malestar económico.

Les dejo, en fin, con una cifra para la reflexión que evidencia ese decalaje entre las cifras macro para posturear en los foros internacionales y nuestros bolsillos: Hacienda recauda un 41% más tras las 94 –noventa y cuatro– subidas de impuestos de los sucesivos gobiernos de Pedro Sánchez. ¿Hemos aumentado en ese mismo porcentaje nuestro bienestar?

Ana María Gil Lafuente, es Catedrática de la Universidad de Barcelona. Académica de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras.