Ayuntamientos

Alcaldes partidos por la mitad

Sólo pensar, y además proponer, que una ciudad como Madrid –o cualquier otra gran urbe– puede tener dos alcaldes en un solo mandato, dos años para uno y dos para el otro, uno por cada partido, indica que no hay ningún proyecto serio y que de lo que se trata es de ocupar, de la manera y por el tiempo que sea, una institución de esa importancia. La propuesta de Cs de compartir la alcaldía de la capital de España entre Begoña Villacís y José Luis Martínez-Almeida, el cabeza de lista del PP, no tiene altura política y es de un tacticismo que retrata las dificultades que tiene Albert Rivera para situarse en el mapa político con un mínimo de sentido y credibilidad. Se trata, además, de una propuesta que va en contra del propio gobierno municipal y del interés público. Si Cs ve imposible apoyar al candidato popular es porque no comparte el programa que éstos van a llevar a cabo, por lo que se supone que, de llegarse a un acuerdo de dos alcaldes rotativos, los equipos de ambos serían destituidos vencido los dos años. Pensar que Madrid puede permitirse que a mitad de mandato tuviera que nombrar a los nuevos cargos municipales da muestras de la talla política del invento. Mañana se constituyen todos los ayuntamientos y gran parte de ellos siguen al albur de las decisiones de las burocracias de los partidos, sin tener en cuenta que los ciudadanos han votado a quienes han considerado y que esta decisión debe ser respetada y no convertir las elecciones en un «totun revolutum» en el que se mezclan gobiernos municipales, autonómicos y el mismísimo Gobierno. Como ejemplo de esta desnaturalización del sentido del voto está la propuesta de Villacís de exigir ser alcaldesa, aunque sólo sea por dos años. Sus deseos no coinciden con los resultados que obtuvo en las pasados comicios. Cs fue el tercer partido más votado, con el 19,13%, cinco puntos por debajo del PP, que obtuvo el 24,23% y 80.000 votos más. En buena lid, lo correcto sería que la alianza del centroderecha estuviese encabezada por el más votado, que en este caso son los populares. Empeñarse en ser alcaldesa siendo la tercera fuerza municipal puede que responda a un hecho objetivo: tras ser candidata en dos ocasiones a la alcaldía de Madrid, sabe que Cs tiene unas limitaciones en su crecimiento, lo que puede estar forzando una salida que no responde a la realidad. Lo que no se ha obtenido en las urnas no se puede conseguir con pactos disparatados. Como era de esperar, el PP ha rechazado esta oferta, que considera una «ocurrencia» que, de fraguar, sería un descrédito para ambos partidos. Que no existe un bloque homogéneo del centroderecha queda claro por las dificultades existentes en las negociaciones. El partido naranja ha desarrollado una estrategia de pactos en función de sus propios intereses, lo que puede ser legítimo, pero también recíproco. Queda claro en los acuerdos alcanzados entre Cs y PSOE en los ayuntamientos de Albacete y Ciudad Real, en los que se repartirán el mandato, pacto que indica cuál es la pretensión de Rivera. Este tipo de acuerdo lo puede alcanzar con los socialistas, pero no está escrito que pueda llevarse a cabo con el PP. La propuesta de Villacís no tiene mucho recorrido porque sufre las incoherencias del líder de Cs, Albert Rivera, y la desorientación a la que está llevando a su partido. Hace un mes, dijo en un foro empresarial en Madrid que si el candidato de su partido tenía más votos en la Comunidad, el PP debería apoyarles. Es una posición con sentido y parecía que estaba escribiendo el guión que debería seguirse en las negociaciones, pero parece que ahora todo es improvisación y oportunismo. Si se preguntase qué partitura está ejecutando Rivera en las negociaciones postelectorales, sólo cabría decir que está tocando de oído, a lo que sale.