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Antisistemas cultivados por Convergència

La Razón
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Que la situación política abierta por el independentismo en Cataluña supondrá una crisis institucional se ve cada vez más claro. La implicación de Mas y el uso partidista de la Generalitat han devaluado el cargo a niveles que afectan a la credibilidad y solvencia del autogobierno. Los cálculos que las fuerzas independentistas –desde Junts pel Sí a la CUP– están realizando para elegir al nuevo «president» explica muy claramente que están sometiendo la institución a estrategias políticas de muy corto vuelo. La CUP, un partido que se declara anticapitalista y antisistema, cuyos diez diputados son imprescindibles para la elección del presiente, anunció ayer que en ningún caso votaría la investidura de Mas. De esta manera se abre un escenario todavía más inestable, pero que –no nos engañemos– estaba anunciado desde que el líder de la extinta CiU decidió presentarse a las elecciones escondido en una coalición de poca fiabilidad política y sin ninguna afinidad en las políticas sociales y económicas. Que la elección del próximo gobierno de la Generalitat dependa de un partido asambleario es el resultado de la radicalización de un «conflicto» incubado con esmero por Mas. La CUP, que en la pasada legislatura tenía tres escaños, ha triplicado su representación al calor del radicalismo del todavía presidente de la Generalitat.