Bruselas
Despierta la Cataluña real
El segundo estudio de opinión sobre la cuestión soberanista catalana, realizado por NC Report para LA RAZÓN –el primero se hizo en diciembre de 2013– , demuestra, primero, que la mayoría de los ciudadanos de Cataluña está en contra de una hipotética secesión, y, segundo, que ni siquiera la confusión, intencionadamente buscada a nuestro juicio, de una consulta a doble pregunta, sirve de cortina de humo a los separatistas. Muy al contrario, el respaldo expresado a la secesión ha descendido en 2,1 puntos porcentuales, quedándose en el 39,3 por ciento, mientras que en el mismo período de tiempo –tres meses–, los constitucionalistas se han incrementado en un 3,4 por ciento, hasta sumar el 42,9 por ciento de los consultados. El dato obtiene toda su relevancia si consideramos la sostenida campaña de propaganda secesionista puesta en marcha por la Generalitat, con el abuso de las instituciones oficiales y millonarias inversiones de dinero público, que mejor hubieran ido destinadas a paliar los graves déficits sociales que aquejan a la sociedad catalana. No en vano, Bruselas considera a Cataluña una de las regiones peor gestionadas de la Unión Europea. Pero la encuesta de NC Report también revela, como de hecho pronostican la mayoría de los analistas independientes, que el desafío del president Artur Mas va a pasar una cara factura a la formación que sustenta su Gobierno. En efecto, la intención de voto de CiU se desploma un 44,1 por ciento en favor, a partes iguales, de ERC y de la abstención. En definitiva, tras los fríos datos de la encuesta, emerge la imagen de una Cataluña artificialmente fracturada por una inaudita ofensiva nacionalista que no ha tenido reparo en manipular ideológicamente las consecuencias de la grave crisis económica que afecta al conjunto de la sociedad española, transfiriendo las responsabilidades propias a una España fantasmal, por imaginada. Pero, poco a poco, a medida que los distintos sectores de la sociedad civil catalana van adquiriendo conciencia del riesgo que se corre, está tomando cuerpo esa Cataluña real que siempre ha tenido clara su identidad y que, al final, acabará por imponer el regreso a la sensatez. Porque sobre los propios catalanes recae la responsabilidad de evitar el grave deterioro de la convivencia y la fractura social, que nada bueno pueden traer. Sólo desde el convencimiento de que la unidad representa en sí el mejor instrumento para superar las dificultades, podrá Cataluña afrontar sus actuales problemas de financiación, que sí existen, pero que no son diferentes a los de otras comunidades autónomas. La vía emprendida por Mas sólo lleva a la frustración y a la división de los ciudadanos. Un camino hacia el fracaso de cuyos escombros nadie sacará el menor provecho.
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