Cataluña

El CIS avala la ventaja de Rajoy y el peor resultado del PSOE

La Razón
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La macroencuesta electoral incluida en el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas hecho público ayer concede la victoria el próximo 20 de diciembre al Partido Popular con el 28,6 por ciento de los sufragios y una ventaja de ocho puntos sobre el PSOE, partido que sufre tal descalabro en la intención de voto que no sólo le deja en un virtual empate con Ciudadanos, sino que por primera vez la candidatura de Mariano Rajoy supera en voto directo a la de Pedro Sánchez. El cuarto partido en discordia, Podemos, mantiene su trayectoria descendente en el favor de los electores y pierde la cota del 10 por ciento, aunque, probablemente, Pablo Iglesias podrá maquillar su revés con los resultados de sus diferentes marcas en Galicia, Comunidad Valenciana y Cataluña, que le suman un 5 por ciento de los sufragios. El CIS confirma, pues, con el mayor peso de una encuesta de 17.000 entrevistas, los resultados de otros sondeos de opinión –como los que ha realizado NC Report para LA RAZÓN–, que venían constatando la tendencia al alza de los populares durante los últimos meses. El PP acaricia el objetivo de que Mariano Rajoy supere la barrera del 30 por ciento de los votos en los quince días de la campaña electoral, lo que no parece ni mucho menos inalcanzable, puesto que muchos de los electores que se declaran indecisos –el 41,6 por ciento, según el sondeo del CIS– son antiguos votantes del PP que dudan entre mantener la fidelidad a las siglas o pasarse a Ciudadanos. Si las urnas confirman estos pronósticos –y hay que insistir en el alto porcentaje de indecisos que detecta la encuesta– la fragmentación del nuevo Parlamento, con un PP como claro ganador, pero lejos de la mayoría absoluta, sólo dejaría la posibilidad de un acuerdo de gobierno razonable entre el Partido Popular y Ciudadanos. Los malos resultados que se auguran al candidato socialista –que está sufriendo una sangría de votos hacia Ciudadanos mucho mayor de la esperada– complican cualquier opción de acuerdos con Pedro Sánchez como alternativa, ya que Albert Rivera tendría que sumarse a unos partidos de corte nacionalista, en línea con el soberanismo de ERC, y a la izquierda comunista de Pablo Iglesias. De hecho, las malas expectativas de la candidatura del secretario general socialista, que amenaza con registrar el peor resultado electoral de la historia del PSOE, se han acentuado en los últimos meses, coincidiendo con la radicalización de su discurso y el agravamiento del desafío separatista en Cataluña. En efecto, hasta mediados de abril de 2015, la mayoría de los votos que perdía en los sondeos Pedro Sánchez iban a respaldar a líder de Podemos, Pablo Iglesias, pero tras las elecciones autonómicas y municipales, con los acuerdos de perdedores firmados por el PSOE con partidos radicales nacionalistas, sin otro objetivo que desalojar del poder a los populares, se abre una vía de agua por su sector más moderado, que explica el crecimiento de Ciudadanos. Así, entre el CIS de octubre y el de noviembre, los socialistas han perdido cuatro puntos procentuales de intención de voto, que son los mismos que ha ganado el partido de Albert Rivera. La misma encuesta apunta un dato que explica en buena parte esa caída: los electores que dicen haber votado al PSOE en 2011 son los más reacios a cualquier cambio en el modelo territorial español, incluso por encima de los votantes del PP. Algo que olvidó Pedro Sánchez en su juego ventajista de la equidistancia, cuando cantaba las loas del modelo federal.