Alemania

El yihadismo golpea la política de Merkel sobre los refugiados

La Razón
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Sea quien sea el autor material del atentado que ha causado la muerte de 12 personas y ha dejado medio centenar de heridos, 18 de ellos de gravedad, en un mercadillo de Navidad en el centro de Berlín, lo único cierto es que el Estado Islámico, que ha reivindicado la acción, sabía dónde golpeaba. Estaban atacando un país de acogida y ejemplar en su política hacia los refugiados. Alemania es el país que ha liderado la política de refugiados en Europa. Esta política suponía riesgos, como tristemente estamos viendo. La guerra de Siria ha provocado el mayor movimiento migratorio vivido desde la Segunda Guerra Mundial, justo en el momento en el que la UE se debatía sobre su identidad y su futuro y los grupos xenófobos y ultranacionalistas pedían cerrar las fronteras. Estos últimos partidos no han tenido escrúpulos en culpar a Angela Merkel del atentado, ni el respeto hacia las víctimas al jugar esta baza electoral. No es el primer atentado que sufre Alemania –aunque los anteriores, cinco desde el mes de julio, fueron confusos y sin víctimas, si no contamos la muerte de algunos de los atacantes–, pero sí que es el primero en que ha habido muertos, y no en un número menor. Se cumplía de esta manera la amenaza lanzada por el Estado Islámico tras la pérdida de algunos de sus bastiones en sus «califatos» de Irak y Siria: Europa, dijeron, sería golpeada por los combatientes yihadistas que regresen. Las fuerzas de seguridad contaban con esta estrategia y, sin confirmar que la matanza de Berlín sea obra de estos retornados, se ha cumplido la amenaza. El empleo de un camión de gran tonelaje para atropellar a ciudadanos indefensos, la misma metodología seguida en Niza el pasado 14 de julio, encierra un claro mensaje: la vulnerabilidad de las sociedades abiertas y la voluntad de atacar símbolos como la Fiesta Nacional de un país democrático o una celebración religiosa, popular y respetuosa como la Navidad. Merkel lanzó ayer un claro mensaje: no ceder nuestro modo de vida libre ante el acoso terrorista y pidió a los alemanes que el miedo nos los paralice. Todos los países europeos somos ahora objetivo del yihadismo, como así lo confirman los atentados más recientes de París, Bruselas y ahora Berlín. Atacan allí donde pueden hacerlo y donde encuentran un agujero para actuar. Elegir entre libertad y seguridad es un falso debate al que los terroristas nos quieren llevar. Su victoria sería sacrificar nuestras libertades civiles por más protección, pero no olvidemos que la democracia debe defenderse con la Ley y con medidas coercitivas proporcionadas. El atentado de Berlín no se puede desvincular del contexto abierto por la crisis de los refugiados, que afecta de manera especial a Alemania, pero también a todos los países de la UE. Los Veintiocho aceptaron en 2015 un total de 333.350 solicitudes de asilo, lo que suponía 913 al día, una cifra realmente compleja de gestionar. Casi la mitad del total de las peticiones de 2015 (476.649) presentadas en Alemania fueron aceptadas, asumiendo así el peso de una crisis humanitaria sin precedentes. Merkel ha defendido esta política y se ha comprometido a mantenerla, extremando los controles y evitando que entre los refugiados lleguen ocultos terroristas dispuestos a atentar. Desde las filas del xenófobo Alternativa para Alemania se ha acusado a la canciller de ser la responsable de los atentados del Berlín, y la indignidad de un personaje como el británico Nigel Farage superó lo admisible al declarar que «Merkel ha causado el problema terrorista en Alemania». Europa también se enfrenta al riesgo del avance del populismo más inmoral.