España
En defensa de la familia
Cuando esta medianoche se celebre en todo el mundo cristiano el milagro del nacimiento de Jesús, y la imagen de la Sagrada Familia cobre su mayor esplendor, los españoles viviremos el contraste entre la brillante exaltación navideña de la familia como núcleo de la sociedad y la dura realidad del número cada vez mayor de familias destruidas por las crisis económica y de valores. Porque casi cada cinco minutos, según una encuesta del Instituto de Política Familiar, se rompe un matrimonio en España, donde el divorcio exprés ha hecho estragos en una sociedad cada vez más débil. La política familiar seguida por los sucesivos gobiernos de la democracia se ha caracterizado por un reiterado olvido, cuando no ataque directo, hacia la familia expresado tanto en la falta de ayudas reales a la institución, que sitúan a nuestro país en la cola de la Europa del euro, como en la promoción de modelos sociales ajenos a la familia tradicional. Y las consecuencias han sido ciertamente desastrosas: el último estudio presentado por la fundación RedMadre pone en evidencia que España es, entre los países de su entorno, donde las madres reciben menos apoyo tanto en ayudas por nacimiento como en protección sociolaboral. No es extraño que la natalidad haya descendido a niveles alarmantes y que, de acuerdo con el INE, se haya situado en 2011 en 10,4 nacimientos por cada 1.000 habitantes, una tasa muy por debajo del nivel de reemplazo generacional. La realidad es que sin hijos no hay futuro y con un país envejecido, que hará que en 2050 uno de cada tres españoles tenga más de 65 años, resulte imprescindible adoptar medidas urgentes. La crisis, si bien ha golpeado con extremada dureza a las familias españolas, ha puesto en evidencia que es precisamente la familia tradicional, que por supuesto incluye a los abuelos, la única base sólida en la que confiar cuando las administraciones no están a la altura de las circunstancias. Así, la familia tradicional ha demostrado que es el mejor refugio para soportar una crisis de la que, como ha advertido la Conferencia Episcopal Española, será imposible salir sin ella. Por más que los nuevos modelos de experimentación social traten de eludirlo, la familia tradicional es el núcleo vertebrador de la sociedad civil, como lo ha sido a lo largo de los siglos, y foco de transmisión de valores esenciales. Por ello, en estas fechas es el mejor momento para reflexionar en torno a la familia cristiana, recordar su importancia para la sociedad, reconocer su estado de debilidad actual y los ataques que sufre, y optar por un apoyo decidido, que debe expresarse desde la esfera personal y la solidaridad con los necesitados a implicarnos en cualquier demostración pública de apoyo a la institución, como la cita anual con la Misa de las Familias que se celebrará en Madrid el próximo día 30, convocada bajo el lema «La familia cristiana es la esperanza para hoy».
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