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Elecciones generales

España exige a Pedro Sánchez elecciones ya

La Razón
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Existe un clamor social, que hoy se verá reflejado en las calles de Madrid, que demanda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que cumpla con el compromiso adquirido cuando planteó la moción de censura y convoque elecciones generales a la mayor brevedad posible. Así lo constata la encuesta de «NC Report», que hoy publica LA RAZÓN, en la que un 78,3 por ciento de los consultados considera que Sánchez debe convocar a las urnas ya. Sin embargo, esos mismos ciudadanos son perfectamente conscientes de que Sánchez intentará agotar la legislatura –así lo cree el 72,7 por ciento de los preguntados–, lo que explica el absoluto desdén popular con el que se han acogido las últimas maniobras políticas del inquilino de La Moncloa, que, sin duda, estaban destinadas a desmovilizar la manifestación de protesta convocada por los principales partidos de la oposición. Es, pues, un hecho el divorcio creciente entre la mayoría social y un Gobierno que, necesariamente, tiene que apoyarse en las mismas formaciones que llevaron a España a su mayor crisis institucional desde la intentona golpista del 23 de febrero de 1981, y que, por supuesto, tienen una agenda política completamente ajena a los intereses generales de la Nación. Existe, asimismo, una preocupante desconfianza de los ciudadanos hacia su Gobierno –el 44,4 por ciento de los encuestados cree que el Ejecutivo tiene pactos ocultos con los independentistas– y un amplio rechazo a los planteamientos negociadores de La Moncloa con los nacionalistas catalanes. Es cada vez más evidente que Sánchez se empeñó en abrir una vía de diálogo estable con los separatistas que la mayoría de los españoles no considera legitimada. Es más, nada menos que el 55 por ciento de los consultados creen que los responsables del llamado «procés» cometieron un delito de rebelión y deben afrontar sus responsabilidades. En este sentido, la opinión es trasversal a las ideologías, con un 54 por ciento de los encuestados que creen que la actual política gubernamental acabará por romper al PSOE. Paradójicamente, lo que han conseguido los últimos regates políticos del Gabinete, tratando de remarcar las líneas rojas constitucionales en sus tratos con los independentistas catalanes y volviendo al discurso de firmeza frente al inexistente derecho de autodeterminación, es justificar la oportunidad de la manifestación de este domingo en la madrileña plaza de Colón. Si, hasta ahora, el discurso de la izquierda y de los nacionalistas ha consistido en culpar al Partido Popular y a Ciudadanos por su supuesta negativa a establecer puentes de diálogo, ahora, con la caída del caballo escenificada el viernes en el Consejo de Ministros, queda claro que era imposible «dar una solución política a un problema político», incluso, aunque ésta rozase los límites del marco constitucional. La ficción de una negociación bilateral sólo podía durar hasta que estuviera sobre la mesa la demanda del referéndum, con el cuestionamiento implícito de la soberanía nacional. Tal vez, Pedro Sánchez, con la vista puesta en su permanencia en el poder, podría haber estirado los tiempos del diálogo hasta la tramitación de los Presupuestos Generales, pero la propia facundia de los nacionalistas, dando a conocer los 21 puntos acordados con Moncloa, y el conocimiento público de que el Gobierno había aceptado la figura de un intermediario, un relator, para intervenir en el proceso de negociación, como si España, en acertado símil de Alfonso Guerra, fuera el Yemen, hicieron saltar todas las alarmas y han provocado el llamamiento ciudadano a expresar su indignación ante la actitud entreguista de Pedro Sánchez y a reclamar masivamente en las calles la convocatoria de elecciones generales. Se trata, además, de la única salida posible para la actual situación de inestabilidad política, provocada, no es posible dudarlo, por la debilidad de un Ejecutivo que precisa del apoyo parlamentario de quienes, simple y llanamente, mantienen la pretensión de romper la unidad de España. Como hemos señalado en estas mismas páginas, es preciso que la sociedad española deje patente su hartazgo ante la permanente extorsión del separatismo y lleve al ánimo del Gobierno su radical oposición a que se otorgue ventaja política alguna a quienes no tuvieron el menor empacho en atentar contra el orden constitucional en el que se asienta nuestra democracia. Es preciso desbaratar el discurso falso de quienes han intentado un golpe de Estado y poner de relieve ante el resto del mundo, con la fuerza de la imagen de una marea, ésta sí, auténticamente democrática y popular, la realidad de un país libre, que constituye una nación ejemplar por su tolerancia y respeto a la libertad, pero que está harta del insulto y de la caricatura espuria que difunden los mismos que han intentado acabar con la Constitución. Que un mar de banderas explique a las claras que los españoles quieren seguir construyendo esta gran Nación.