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Estímulos para el empleo
La mejora en la contabilidad nacional, con el incremento de los ingresos del Estado tras el duro ajuste fiscal, permite al Gobierno abordar las primeras medidas de calado destinadas a estimular el empleo, mejorar la financiación de las pequeñas y medianas empresas y reducir la morosidad. Ayer, en el Consejo de Ministros, se aprobó la primera batería de disposiciones que, como no podía ser de otra forma, inciden en uno de los principales problemas, casi una lacra, que tiene España: el paro juvenil, que según las últimas encuestas mantiene en el desempleo a más de la mitad de nuestros jóvenes. De las posibles vías de estímulo, el Gobierno de Mariano Rajoy ha optado por primar el autompleo, apoyando la creación de un primer negocio, y por reducir las cotizaciones sociales en los casos de nuevas incorporaciones al mercado de trabajo. Son, a grandes rasgos, iniciativas muy prácticas, pegadas a la realidad del terreno laboral español y que, en algunos casos, tienen la virtud de no convertir la primera aventura empresarial de un joven emprendedor en una imposible apuesta al «todo o nada». Estas primeras once medidas de estímulo forman parte de una estrategia de reactivación de la economía mucho más amplia, con casi un centenar de propuestas, que irán entrando en vigor a lo largo del presente año. Por supuesto, no son la panacea que por si sola acabará con el paro –tampoco lo ha querido presentar así la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría–, pero son una señal inequívoca de la apertura de una nueva etapa en la lucha contra la crisis, en la que el Ejecutivo ya no contempla más ajustes y sí el principio del crecimiento económico. Un cambio de tendencia que ha sido recibido con satisfacción por la mayoría de las asociaciones de autónomos, pequeñas y medianas empresas y cámaras de comercio, actitud que contrasta con las reacciones de absoluto rechazo de los sindicatos mayoritarios y de los partidos de izquierda, que recurren al latiguillo fácil de reclamar «empleo de calidad» mientras más de la mitad de nuestros jóvenes sufren, ahí sí, un «paro de calidad». Por otra parte, las medidas coinciden en el tiempo con la publicación de los malos augurios de la Comisión Europea sobre el futuro de la economía comunitaria, con lo que tienen la virtud sobrevenida de enviar un mensaje claro al resto de nuestros socios: la recuperación de la eurozona no puede venir sólo de las políticas de ajustes si no que han de acompañarse de iniciativas de estímulo basadas en una nueva filosofía: ya no es tiempo de subvenciones, que no consiguen más que disfrazar y aplazar problemas, sino de apoyar la creación de nuevas empresas que compitan con las reglas del siglo XXI.
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