Gobierno de España

Habrá campaña, pese a Sánchez

El próximo 12 de abril arranca la campaña para las elecciones del 28-A. En estos momentos, y desde el oscilante e inestable tablero político, lo único claro en la estrategia de los partidos es que el PSOE, que despunta sobre el resto, aunque sin conseguir una mayoría con sus potenciales socios, desearía pasar de puntillas en la campaña, sin cometer ningún error, dejándole esta ingrata tarea al resto, y eludiendo ante todo cualquier referencia a Cataluña, precisamente la cuestión por la que explosionó la anterior legislatura. Como si no fuera con el Gobierno y la crisis constitucional abierta por el desafío independentista fuera obra exclusiva de lo que queda del bloque constitucional, PP y Cs. O, dicho con el nuevo lema lanzado ayer en Tarragona por el PSOE-PSC: los socialistas es lo que queda entre separatistas y separadores. No es que sea mentira, sino una indecencia. Después de las negociaciones entre Pedro Sánchez y Joaquim Torra, en las que se habló «de todo» -es decir, también del derecho de autodeterminación– y llegó a proponerse desde la vicepresidencia del Gobierno la figura de un «relator», como mandan las reglas de intermediación de la ONU en los conflictos internacionales, lo mejor es que este capítulo no se recuerde en la campaña. Pero Sánchez está pidiendo un imposible, porque bastó que Miquel Iceta dijera esta semana que si el independentismo llega al 65% habría que buscar una solución, para que ayer pidiera perdón, pero con una monumental mentira: «Cuando gobierna la derecha es cuando crece el voto independentista». No es cierto. El separatismo creció con el tripartito catalán presidido por el socialista Pasqual Maragall y el gobierno de Zapatero, que alentaron un nuevo estatuto sin el consenso necesario y con apartados claramente anticonstitucionales. Es decir, sacar del «marco mental» a Cataluña va a ser imposible. Eso es lo que tendría escrito el asesor de campaña –a sueldo del Gobierno como Jefe de Gabinete– de Sánchez cuando diseñó la moción de censura: llegar a La Moncloa para desde esa tribuna privilegiada y sus «viernes sociales» salir con ventaja en las elecciones. Lo primero se cumplió y lo segundo, también. Ahora hace falta ganar. Y eso es lo que no está escrito, ni las encuestas demuestran un triunfo apabullante de los socialistas, ni una suma suficiente, aunque sea con los independentistas catalanes. El sondeo de NC Report que publicamos hoy confirma que el PSOE, pese a ser el más votado con un 26,9%, no tiene apoyos suficientes para obtener la mayoría absoluta, ni reeditando el pacto de la moción de censura con nacionalistas catalanes y vascos. Es más, siguiendo la secuencia de intención de votos, los socialistas han perdido dos décimas en diez días. Es decir, todo está abierto, como también confirma el resultado del PP, que conseguiría un 23,3% de los votos y frena su caída. Sumado a los votos de Cs, que persiste en un leve descenso, y a los de Vox (10,4%), cuyos resultados comparativos apuntan a un bloqueo, no serían suficientes para poder gobernar, aunque se situaría por encima del bloque de izquierdas-independentistas. Todo indica que estas elecciones no se van a decidir hasta el último momento y que la semana previa al 28-A será clave. El PSOE no quiere campaña, pero deberá movilizar a su electorado. La abstención estaría en 66,2%, 0,3 décimas menos que en las elección del 26-J, un cifra que no se corresponde con las expectativas creadas en estos comicios. La crisis de Podemos es sin duda un rémora, con la pérdida de 6,4 puntos y, sobre todo, con una fidelidad de voto de tan sólo el 49,2% y casi el 15% que todavía duda. Por su parte, el PP tiene la responsabilidad de agrupar el mayor número posible de electores de centroderecha.