PSOE

Insidias y corrupción

Si bien es comprensible el hartazgo de los ciudadanos ante el rosario interminable de denuncias de corrupción política que transmiten los medios de comunicación, es preciso situar las cosas en su justo término, so pena de caer en otra corrupción, la moral, tan nefasta como la primera. El bien a proteger, que es el sistema democrático parlamentario español, sobre el que se sostiene el Gobierno legítimo, merecería, por su relevancia, que todos los actores concernidos extremaran la prudencia y evitaran la búsqueda de réditos partidistas. Pero no queremos caer en la ingenuidad. Desafortunadamente, la corrupción no siempre se trata como un mal a erradicar, sino como una excusa que convierte las simples sospechas, cuando no las claras insidias, en un arma arrojadiza contra el adversario político; con daños, a veces irreparables, en la fama y el nombre de personas que han desempeñado una labor pública honrada. Más aún, cuando a cada denuncia le sucede, inevitablemente, la exhumación de otras historias similares, ocurridas hace décadas, en las que se repiten las mismas sospechas que no pudieron ser probadas judcialmente o, lo que es más grave, resultaron directamente sobreseídas. En el asunto que nos ocupa, el supuesto «escándalo» de las cuentas opacas del Partido Popular, existe, además, una derivada muy peocupante: la acusación anónima se amplifica en un momento clave para la recuperación económica de España, con las inevitables repecursiones negativas en los mercados financieros internacionales y en las cancillerías extranjeras. ¿Quiere esto decir que es conveniente tapar la corrupción? En absoluto. La corrupción debe ser combatida y debería ser objeto de un gran pacto de Estado de todos los partidos políticos y de los agentes sociales. Pero, sobre todo, la lucha debe sustentarse sobre los hechos y no sobre los prejuicios ideológicos de cada cual. Ayer, tres personas con nombres y apellidos, tres personas que tienen o han tenido relación directa con la administración del PP, su secretaria general, Dolores de Cospedal, y los ex tesoreros Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta, negaron de manera inequívoca, clara y contundente, la existencia de pagos irregulares, de oscuros sobres, en la contabilidad del partido. Dolores de Cospedal anunció, además, la interposición de querellas en defensa del honor y la integridad de los denunciados. Frente a esta posición pública, repetimos, con nombres y apellidos respaldándola, no hay más que unos supuestos apuntes contables sin paternidad reconocida. No se trata ya de apelar a la presunción de inocencia, un derecho cada vez más devaluado en este mundo de precipitados juicios paralelos, sino al sentido común y a la proporcionalidad de los argumentos.