Debate Estado Nación
La calle valora el cambio
La última encuesta del CIS sobre intención de voto, que indica la recuperación del PP y el enésimo retroceso del PSOE, siete puntos por debajo del partido del Gobierno, refleja con fidelidad la evolución de la situación política y económica de España. Los ciudadanos perciben el cambio como positivo y valoran el esfuerzo en la lucha contra la crisis que ha impulsado Mariano Rajoy, mientras castigan el exceso de demagogia y la confusión interna del principal partido de la oposición, al que responsabilizan de haber sumido al país en la ruina. Este cambio de tendencia ya había sido constatado por NC Report, que es la empresa de sondeos de opinión pública que trabaja habitualmente para LA RAZÓN, y fue adelantado por nuestro periódico el pasado 14 de octubre, con unos resultados prácticamente iguales a los arrojados por el reciente estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas. Dicho esto, es evidente que los españoles están lejos de sentirse satisfechos por la actual situación del país –con el paro y la economía como principales preocupaciones–, lo que, tradicionalmente, perjudica las aspiraciones del partido que gobierna, al que se castiga con una mayor abstención declarada –en este caso, del 22%– que, luego, no suele traducirse en las urnas. Es una expresión de malestar, habitual en momentos de pausa electoral, que es preciso considerar en su justa medida. Pero si los ciudadanos son conscientes de la gravedad de los problemas, también lo son de que el Gobierno está actuando de la mejor manera posible, con sus opciones limitadas por el estancamiento económico y las dificultades financieras. Enfrentados a la realidad, son mayoría quienes consideran que la política de ajustes fiscales y el programa de reformas eran los únicos que cabía hacer. El hecho se refleja no sólo en la recuperación del voto popular, con una subida del 2%, sino en los resultados que se atribuyen al principal partido de la oposición, que pueden considerarse una «anomalía» estadística con pocos precedentes. El PSOE retrocede hasta una intención de voto del 26,8%, su peor dato histórico, pese –o precisamente porque– su estrategia opositora viene siendo jaleada y amplificada por la mayoría de los partidos de izquierda del arco parlamentario. Ese «frente populista», sin más argumento que el rechazo frontal y sin concesiones a todas y cada una de las propuestas del Gobierno, multiplicado con la agitación en la calle, también perjudica a los socios de oportunidad, como demuestra la caída en la encuesta de las opciones de IU y UPyD, pero no tanto como a los socialistas. Porque, transcurridos prácticamente dos años de las elecciones, la formación que lidera Pérez Rubalcaba no consigue recuperar la credibilidad perdida. Es más, se hunde en la indefinición territorial y en la demagogia, a veces pueril, de sus propuestas económicas.
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