Congreso de los Diputados
La corrupción de la democracia existe
La corrupción es una disfunción transversal del sistema. Afecta a todos los partidos en mayor o menor medida en función de su acceso al poder institucional. Pero también los prácticas de los corruptos van más allá de los fraudulentos manejos que persiguen un rédito económico. Existe la de aquellos que pervierten los valores sobre los que se asientan el Estado de Derecho y la convivencia. O lo que es igual, la malversación financiera es una realidad, pero también la política que no es menos trascendente ni perniciosa en lo moral que la primera. Mariano Rajoy lo puso ayer de manifiesto en su cara a cara con Pablo Iglesias en el Congreso. Acusó a la formación de los círculos de practicar «la corrupción de los valores democráticos» en Venezuela por no denunciar la violación de los derechos humanos después de que el régimen chavista hubiera pagado a los principales dirigentes populistas antes de convertirse en partido y les recriminó tildar de «golpista» al preso político Leopoldo López tras años de tortura física y psicológica en una cárcel de Maduro. La defensa de un régimen dictatorial y represor es incompatible con la dignidad que se presume a todo demócrata que comparte el concepto supremo de la vida y de la libertad. Podemos ejerce de vocero del totalitarismo bolivariano y blanquea sus crímenes. Se compran silencios y voluntades y se tejen complicidades. Y eso también es corrupción.
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