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La falta de ética socialista

El Congreso vota mañana una moción del Grupo Socialista sobre el régimen de incompatibilidades de los parlamentarios que defiende que debe ser ampliado. El principal partido de la oposición apoya «la dedicación exclusiva de los miembros de las cámaras a sus tareas de representación política». La iniciativa forma parte de una virulenta ofensiva que el PSOE ha desarrollado a raíz de que el embajador de España en Londres, Federico Trillo, y el portavoz de Economía del PP en la Cámara Baja, Vicente Martínez-Pujalte, admitieron haber percibido emolumentos por tareas de asesoría que fueron declaradas y registradas. Lo de menos para los socialistas fue si esa segunda actividad era legal y compatible con la condición de parlamentario, lo trascendente es que explotaron el caso como una herida en el costado del PP de la que sacar partido. El propio secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, aseguró que «si lo que han hecho Pujalte o Trillo es legal, pero no ético, deben abandonar sus cargos». El discurso de la ejemplaridad resulta siempre encomiable en democracia, pues las conductas públicas no deben calibrarse en función de otro parámetro. Por eso, Pedro Sánchez tiene ante sí una piedra de toque perfecta en el caso del que informa hoy en exclusiva LA RAZÓN. El portavoz socialista en el Congreso, Antonio Hernando, compatibilizó su cargo de diputado mientras ofrecía servicios de consultoría política, al menos, en Panamá entre mayo de 2013 y mayo de 2014. En esas fechas, Hernando –que ha formado también parte activa de la persecución de Trillo y Pujalte– era miembro de la Diputación Permanente del Congreso, vicepresidente segundo de la Comisión de Interior y secretario de Relaciones Institucionales y Política Autonómica de la Comisión Ejecutiva Federal. Algunos testimonios de sus compañeros de escaño se refieren a las largas ausencias de Hernando durante las fechas señaladas, en las que al parecer pasaba más de una semana al mes en tierras panameñas. Con la vara de medir de Sánchez y Hernando, la situación del portavoz del PSOE resulta insostenible por su carencia de ética política y el abandono de sus tareas institucionales, mientras se entregaba a la actividad privada. Habrá, por tanto, que esperar de Hernando que presente su renuncia, o que el secretario general se la exija. Otra cosa es lo reprobable e hipócrita que nos ha parecido el debate en torno a las incompatibilidades de sus señorías y si éstas reciben los emolumentos necesarios o se les otorga la dignidad que el cargo conlleva. Habría que despojar la discusión, necesaria, de toda connotación electoral y partidista y ceñirla a la consideración sobre el presente y el futuro de la institución parlamentaria. La moción de mañana, del todo incongruente, no sirve a ese propósito, y sólo persigue dañar al PP. Veremos ahora con qué cara la defienden Sánchez y Hernando.