España

La hora de la Justicia

Mariano Rajoy es un político veterano, sobradamente conocido por los españoles, con mucho sentido de Estado, que se mueve en la vida pública española con un estilo que no sólo es forma, sino también fondo: serio, discreto pero no distante y nada dado a la exaltación ni del lujo ni del poder. Como es sabido –y caricaturizado– es amante de las cosas pequeñas y los placeres sencillos que se ganan con el trabajo diario. Éste es su perfil y estamos convencidos de no equivocarnos, porque su fidelidad a esta manera de hacer ha perdurado desde que ocupa responsabilidades políticas. Muchos han querido socavar lo que puede ser su mayor patrimonio, el de ser una persona recta y honrada, pero son conscientes de que no será fácil. En primer lugar, porque la sociedad española sabe que su ambición es servir eficazmente a España. Se puede haber equivocado, como así lo reconoció en debate en el Senado del pasado 1 de agosto, al confiar en el ex tesorero del Partido Popular, pero poner en duda como principio la honorabilidad del presidente del Gobierno demuestra mala intención y, lo que es más preocupante, agarrarse al «caso Bárcenas» como única forma de salvar su liderazgo en el PSOE. En aquel debate vimos a un Rubalcaba acosando a la desesperada a Rajoy, pero no consiguió tumbarlo, porque los argumentos de éste fueron más creíbles y el líder socialista fue incapaz de presentar ni una sola prueba en su contra. Rajoy dejó claro que no tenía constancia de que en su partido hubiese existido financiación ilegal y acotó el caso a una gestión fraudulenta del ex tesorero, que había traicionado la confianza del partido. Y asumió su responsabilidad, algo que le honra como político. Eso es precisamente lo que investiga el juez Ruz en la Audiencia Nacional y no un caso de financiación ilegal, por más que le gustaría a los socialistas: cómo y de dónde ha podido Luis Bárcenas amasar la fortuna que guarda en cuentas suizas. De ahí a acusar a todo un partido de gobierno, hay un largo trecho que sólo puede sortearse con mucha insidia y arrojando graves acusaciones no demostradas contra el presidente del Gobierno. El PP es víctima de un chantaje, sin duda, y convendría, por la salud de nuestro sistema de garantías, no confundir los intereses espurios de alguien que se encuentra ya en la cárcel con la palabra de un presidente dada en sede parlamentaria. El PP ha mostrado su predisposición a colaborar en el caso y es el primer interesado, porque este suceso es un lastre que no debe acusar la acción de gobierno en un momento tan decisivo y porque este partido necesita cerrar este capítulo. Hoy declaran como testigos en la Audiencia Nacional Javier Arenas y Francisco Álvarez-Cascos, y mañana lo hace la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. Esta última ya lo dijo en estas páginas: nada hay que temer de la mentira.