Cataluña
La verdad de Cataluña
Los ciudadanos de Cataluña, como los de cualquier otro territorio, no se merecen un gobierno que falsee la realidad. El deber de todo buen gobernante pasa por una gestión rigurosa de lo público al servicio de los intereses generales, pero también, y en la misma medida, por relacionarse con los gobernados desde la verdad, sin tergiversaciones, manipulaciones o falsedades. Los ciudadanos tienen derecho a que sus representantes no desfiguren la realidad para eludir sus responsabilidades. Mariano Rajoy lo dijo en el Senado con claridad: «Separar y dividir a los catalanes es mal asunto; el primer derecho que tienen los catalanes es a que se les diga la verdad, a no ser confundidos con prejuicios y agravios». El victimismo de los nacionalistas es una artimaña tan caduca como esos discursos anacrónicos que no solucionan la vida de la gente ni ayudan a que su día a día sea más llevadero. Culpar a Madrid es lo fácil cuando las dificultades para dar respuestas y soluciones a la sociedad ponen de manifiesto la mediocridad y las carencias del gestor. El deterioro de la situación en Cataluña que los separatistas ocultan no es fruto de la casualidad, sino la consecuencia amarga de años de gobierno enfrentado al sentido común y a la seriedad y proclive a la tensión, el desafío hostil y el delirio. Que los ciudadanos sientan que su vida ha empeorado responde a un desgaste económico que los principales parámetros constatan. Convivencia Cívica Catalana ha recogido en un muy interesante y revelador informe la radiografía de la economía catalana desde 2005, año en el que se aprobó el Estatut, hasta la actualidad a partir de fuentes exclusivamente oficiales. El balance refleja el severo retroceso respecto a la media española, que se agudiza si se compara con la evolución de la Comunidad de Madrid. Por ejemplo, el PIB per cápita de los catalanes ha caído un 3,6% respecto al del resto de los españoles; en la comunidad se ha destruido el 24% de los empleos perdidos en el Estado, cuando sólo representa el 16% de la población, la pobreza ha aumentado el 40,4%, más del doble del incremento constatado en el conjunto del país, la inversión extranjera ha sido cuatro veces inferior a la recibida en Madrid, Cataluña es la comunidad más endeudada y concentra casi la mitad de la deuda de todas las empresas autonómicas, ha perdido su histórico primer lugar en creación de empresas en favor de la región madrileña y es el territorio donde sus habitantes han padecido una mayor subida de precios (25,7% frente al 23% de España). Por no hablar de que tienen los impuestos más altos del Estado. El caudal de datos resulta inobjetable. Los nacionalistas rehúyen este debate porque retrataría su fracaso, pero no podrán ocultar su responsabilidad en haber hipotecado el bienestar y la convivencia de los catalanes.
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